29 octubre 2010

DE LO QUE ECHO DE MENOS

En cierta ocasión, no hace mucho tiempo, disfrutaba de un rato de charla con mis amigos, sentados a la puerta de una casa en el Pirineo. La conversación versaba en qué era lo que más nos gustaba de nuestra tierra. Hubo un momento en que la mujer de uno de mis amigos me preguntó, que como yo vivía fuera, qué era lo que más echaba de menos, sin contar a mi familia ni a mis amigos.
En aquel momento fue muy difícil para mi responder, ya que a la mente me venían demasiadas cosas e intentando englobar algunas, respondí que la gente, la vida cotidiana del día a día, las cosas sencillas y normales del pueblo.
Pero luego, pensando con calma y desde la serenidad melancólica que me da la lejanía, puedo evocar muchas cosas que echo de menos y que atenazan mis recuerdos las más de las veces.
Echo de menos una casita con el semblante de cal, una calle “empedrá”, la Alameda, Carrera, San miguel y la silueta de un castillo moruno más allá.
Echo de menos una mañana soleada, “panaero” en la calle, ajetreo de mi gente y sus buenos días. Olor a mollete caliente con un hoyito de aceite.
Echo de menos la campiña y su mar de olivar. Perderme por sus “vereas” y sentarme a la sombra de una chopera junto a un arroyo.
Echo de menos la serranía, sus lomas y atalayas, las peñas, los lentiscos y las jaras, esparraguillos y tagarninas en la dehesa y tomarme algún vinillo en la venta.
Echo de menos un cálido mediodía, una caña en Retamares con buena compañía y una tapa en Alemán, rodeado de arte de fandango, colombiana y soleá, guitarra y palmas.

Estas y otras muchas cosas echo de menos de mi tierra, todas agradables e incluso idílicas. Pero es lo normal cuando estás lejos y tienes melancolía, pues te olvidas de las cosas malas, desempleo, aburrimiento y cansancio, saqueadores y políticos, penurias de un pueblo que no se merece el empobrecimiento al que lo están llevando, la destrucción de nuestro mundo rural, inexistencia de producción industrial.
También quiero olvidar, cómo están consiguiendo lo que muchos intentaron y no consiguieron, robarnos el orgullo de ser de donde somos, de nuestras raíces y nuestra historia. Robarnos la grandeza de un pueblo con hunde sus pilares en la niebla del tiempo.

Por eso prefiero recordar cosas idílicas pero que he vivido en mi tierra, como sentir la brisa de una tarde de otoño, mirando el horizonte desde la peña o el frescor de un patio en la casa de mi amigo con su insuperable compañía y no olvidar jamás el abrazo de mi madre cuando vuelvo a Andalucía.

22 octubre 2010

DEL CANTAR DE UNA PENA

Amigo mío, que en buena hora fuiste
Escucha las pobres palabras,
Que ahora vengo a decirte.

Son breves y parcas, incluso vacías y malas
En algo ofendí a las musas y ahora no me amparan
Tiempo ha me abandonaron y de letras me despojaron
Y aunque mi alma busca desesperada
Mi mano de pluma quedó truncada.
Por eso de algún cantar la forma he copiado
Para cantarte una pena que mi corazón ha quebrado.

Tal como Mio Cid dejo Castilla un día,
Así salí yo, de mi querida Andalucía.
No iba rico ni alegre, ni grandes cosas esperaba,
Que marche sin dineros y hasta poca ropa llevaba
Ningún rey ni señor al destierro me lanzó,
Que fui yo mismo quien se impuso tal razón,
Por no haber sido constante ni luchador
Y si demasiado inseguro y soñador.
De mi pueblo no supe sacar ganancia
Seguramente por mi debilidad e ignorancia.

De lo que luego ocurrió,
No hacen falta prosas ni versos,
Pues ya todo el mundo conoció
De quienes mis anhelos quedaron presos.
A lejanas tierras para aposentarme llegué,
Frías tierras del norte donde familia y hacienda formé.

Pero buena parte de mí, bien lo sabes tú,
Ronda pueblos, valles y montes del Sur,
Y por eso me duele tanto
La decadencia de aquello que amo.
Decadencia de un pueblo grande,
De glorioso pasado y pobre presente.
Agobiado por desgobiernos,
Incultos caciques de Ayuntamiento.
Políticos obsoletos, que desagravian sin miramiento
Y expoliando aquello que quiero.


Y he aquí en breves palabras, vanas y atropelladas
Una gesta de pena, para ti frugalmente cantada

21 octubre 2010

ROMERIA

Estimado pueblo;

Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.

En esta mañana de octubre, el despertador de fuegos de artificio controlado por la mano experta de "el Momo" ha vuelto a recordarnos que en este señalado martes una virgen pequeñita y coqueta retornará sus pasos desde la Iglesia de la Victoria hasta los pinares de Guadaira, donde tiene su campestre morada.
Lejos quedan esos días en que un curilla enjuto de nombre José María, con la cara picada de viruela y compulsivo fumador de Ducados, nos pidiera el favor a algunos chavales que pululábamos por la iglesia, de ayudarle a adecentar la cabreriza en que estaba convertida la ermita de las faldas de la sierra. Como te decía, lejos están ya esos días, creo que si no me falla la memoria, no menos de cinco lustros han pasado desde que mi padrino de bodas realizaba el menester de monaguillo y ayudante de oficios religiosos. Recuerdo que no nos hizo mucha gracia que nos sustituyera el escurque y limpieza de libros que estábamos realizando en la iglesia por la recogida de cagarrutas palomeras y el desescombro de pajotes y otras mierducias que había acumulado el templete campechano. De hecho, poco o nada duro la ayuda, de nosotros solo quedó un tontuelo chavalón con más cuerpo que sesera, de apodo "el Pelao" que puso aquello como una patena, tras mucho sudor y trabajo.
Como tú sabes bien, no soy militante de misas, triduos o quinarios, pero sí disfruto de esa mezcla de fervor religioso para algunos, y divertimento para otros, con la que está fabricada una romería, pues siempre es gratificante estar reunidos de forma campestre y campechana tras unas sardinas y una bota de cualquier vino, aunque las yemas de los pinos te produzcan urticaria. Así que, cuando esta mañana vi el discurrir de peregrinos y carretas, lancé una sonrisa de saber que la idea de aquel curilla y la poca ayuda que con mala gana pudimos darle, sigue vigente para que algunas personas se junten tras unas ascuas en las que lagrimea algún choricillo coripeño o se cuece algún arrocito esperando que acabe la misa.

Atentamente;
El niño Gilena

"JUERGUECITA NACIONAL"

Estimado Pueblo:

Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.

El mundo al revés, sí señor. En los tiempos de mi padre se gritaba: “que vienen los grises” y en los nuestros: “que vienen los piquetes”. Supongo que sabrás que te estoy hablando de la “juerguecita” general del otro día. Como pudiste ver, la mañana empezó jodida, sobre todo para los que decidimos, por una u otra manera, ir a trabajar. Para empezar tuve que sustituir mis 12 gramos de café, prensado y percolado de magnificas maneras en la taberna Retamares, por una achicoria de pucherete, hecha en un cacillo al calor de anafre. Menos mal que tabaco sí tenía, porque si no sí que se enteran los piquetes.
Una vez en la calle, el silencio era sepulcral y no por lo temprano de la hora sino por haber, según mi entender, tomado la decisión la mayoría del pueblo de consumar este día de protesta. Una vez en el coche me dispuse a realizar mi diario vía crucis a Sevilla pensando que, por lo menos en el día de hoy, no encontraría las consabidas caravanas a esas tempraneras horas mañaneras. Pero tonto de mí no conté con que los inteligentes en suma de los piquetes, para que nos sirviera de información y reflexión, habían tirado en la vía que nos sirve de cordón umbilical con "Selva la Vari" palés de madera y gomas de camión rociadas con gasolina, que digo yo que, más que adoctrinados por los pensamientos de Marx o Lenin, parecían que estaban alentados por el FMNI. Me hubiera gustado preguntarle a algunos de los que consumaban el hecho si se habían parado a pensar qué pasaría si en esa tremenda cola de utilitarios hubiese una ambulancia con una señora a punto de parir o un anciano necesitado de cuidados urgentes. Entonces recordé que una vez me contaron cómo seleccionan al personal para realizar un piquete y es que parece ser que realizan varios exámenes de comprensión, capacidad de comunicación, inteligencia innata y un test sicológico. Pues bien los que logran catear todos esos, esos sirven para piquetes.
En fin, siempre he creído que los sindicatos estaban para defender los derechos de los trabajadores y uno que es de los principales es el derecho a la huelga y digo derecho, no obligación, con lo que en resumidas cuentas, si a mi padre lo jodieron los grises a mi me joden los piquetes. Esto no hay quien lo entienda.

Atentamente;
El niño Gilena.

01 octubre 2010

EN BLANCO Y NEGRO

Estimado pueblo:

Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.

Quisiera contarte hoy una anécdota que aconteció en mi presencia, entre dos amigos míos, novios ellos desde la época de Felipe González, y que versaba del siguiente contenido.

Resulta que la manceba en cuestión se quejaba de que en cambiando los canales televisivos de su aparato receptor y en viéndose en estos aunque fuera por una milésima de segundo una imagen en blanco y negro, su amado en concubinato, saltaba como tigre de Mompracen a paralizar el canal seleccionado, por la atracción que ejercía la falta de colorido en las imágenes retransmitidas. Esto producía gran irritación en la doña y algún que otro altercado hogareño. Pues bien, después de mucho pensar en este sainete repetitivo que se da día sí y día también en esta morada, he disertado la siguiente tesina para que sirva a esta querida amiga de explicación y pueda entender de dónde viene el freudiano problema.

Resulta que para los que ya hemos hecho algunas leguas mas allá de la cuarentena, el blanco y negro rememora en nuestros subconscientes imágenes momentos y lugares placenteros en demasía, ya que y gracias a aquellas cajas tontas fabricadas por el Tesla moronés, Don Pedro Cabeza, y reparadas en un ciento de veces en la tienda del Marconi de las válvulas, Señor Parroquia, nuestra imaginación corrió desde la carta de ajuste con su interminable segundero hasta los momentos de cine cómico protagonizados por los inseparables "el gordo y el flaco". Nuestra mente imaginó el colorido de la cárcava en otoño junto a ese gran amigo de cada uno que fue Félix de la Fuente, nuestra garganta gritó BIENNNNNNNNN, siempre que Fofo, Gabi y Miliki lanzaban esa pregunta que cada niño de 40 años conoce en demasía. Y qué decir de ese gato sandunguero y de Jerez que cada día perseguía sin dar caza a esos malditos roedores. Nuestro ingenio creaba los colores de esas aguas profanadas por Cousteau y sus marinos. Nuestro pensamiento ponía tinta a la bandera de Sandokan. ¿Quién no es capaz de poner color por mucho que no lo viera al coche de Stasky y Juch?. ¿Quién no conoce el pelaje de esa pantera bromista, risueña, que siempre aparecía gris en la tele y rosa en la retina de nuestro cerebro?. Pero el blanco y negro es más que eso para algunos de nosotros, el blanco y negro es el recordar a tardes con unos abuelos que ya no están, paseos a la imprenta de "el Charrito" a la compra del tele-programa, momentos de silencio incombustible mientras tu padre veía el parte, la ida a la cama temprano por culpa de un par de rombos y, sobre todo, la inocencia de una infancia con pocos lujos y mucha imaginación, con tardes de domingo cansados de un fin de semana campestre, reconfortados por un baño caliente, la fragancia de un pijama limpio y una sopa de estrellitas y, cómo no, a la espera semanal para ver si esta vez el Algarrobo, el estudiante, el gitano y Curro volvían a burlar los incordios de los franceses.

Con todo ello y más que me callo, espero que comprendas de dónde viene el problema en cuestión. Pero no temas, con casi total seguridad este problema desaparecerá probablemente el año que viene.

Atentamente;

El niño Gilena