30 mayo 2016

DEPRISA DEPRISA






 Estimado Pueblo:


Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, a Dios gracias.


Siendo lunes y festivo decidí en mi trote diario de charla y critiqueo, tornar mis pasos a los pagos de La Compañía, aunque no por realizar el costumbrista saludo a San Nicolás, ya que el susodicho y yo nunca hemos trucado saludo ni plática que nos amigue. Pues lo dicho, estando el menda por aquellos andurriales, una voz ronca, cazallera, dirían los mas castizos, hizo que me fijara en un hombre en la puerta grande de la Iglesia que antaño fuese de la Hermandad Jesuita. Pregonaba a todo el que se molestaba en escucharlo la necesidad de una monedita, para a saber qué menester. Acercose a mí y sin transfigurar el acento roncoso me preguntó si me acordaba de él...Yo soy Javi, sí hombre, Javi “el boquerón”.

Ante el nombramiento de ese tercer apellido, el cual enfatizó como si un titulo de los mas grande de España llevara por bandera, vinieron a mi memoria aquellos días ya lejanos donde un puñado de chavales y no tan mozos, todos herederos de la mas cochina de las pobrezas y a medio criar en las calles mas conflictivas de estos lares, traían de cabeza a aquellos recién rebautizados “monos”, ya que en cambiando su uniformidad de gris a marrón fueron pasados por la pila bautismal de la lengua callejera.

Recuerdo que personajes como “los boquerones”, “los cubiles”, “el pinchi”, “el kunfú”, “el bolero”, “el Solano”, “el chochete” o “el margaro” empezaron a llevarse parte de los palos que a la policía les sobraban desde que a los políticos pueblerinos del cambio dejaran de dárselos. Nunca conocí el nombre de ninguno, sólo el tercer apellido de todos, el cual les valía de salvoconducto para tenerlos en cuenta a la hora de cualquier altercado o disputa.

No se si la inexperiencia, la falta de cultura o formación o, como se dice por aquí, las malas amistades, hicieron que casi todos subieran al tren de la droga con que en su continuo acelerar y con la banda sonora de “los Chichos”, “los Chunguitos” o “los Calis”, como me comentó el pedigüeño Javi, de su rastra solo quedaba él, todos los demás después de pasar por cárceles, corregionales y miles de fatigas habían muerto de mala manera sin recuerdo de casi nadie y con un “el se lo había buscado” o “se lo merecía” en la conciencia de muchos.

Hoy, desde la distancia, solo puedo pronunciar un “pobre gente”, desamparados de la mínima cultura, ensalzando al que hacía la fechoría mas grande, seguidores de aquellas películas de nuestra niñez de perros callejeros, teniendo a ídolos como “el torete” o “el vaquilla”, sintiéndose bandoleros de pueblo y tomándose la justicia por su mano ya que la vida poca o ninguna justicia les hacía.
En fin, decidieron en parte coger el lado cerrero de la vida, vivirla deprisa deprisa como si la vida misma les quemara, sin sentido del mañana en un carpe diem dañino, que hizo que el que seguía delante de mí con una bandejita de mimbre y desdentado como un rano fuera el último de su estirpe.

Atentamente;


El niño Gilena

20 mayo 2016

CAVILACIONES EN MI AZOTEA



La pasada noche nos dejaba Miguel De la Quadra Salcedo a los 84 años de edad.

No puedo más que escribir este breve recordatorio como homenaje a aquel que fue ídolo y ejemplo en los días de mi niñez e infancia, en los que tantos de mis juegos y aventuras en las canteras de Fajardo fueron un intento de emular sus pasos. Tantos documentales en lugares remotos, el mítico y mi gran favorito “A la caza del tesoro” o los ya legendarios CAMEL TROPHY, estaban presentes en mis correteos por campos y carriles de las afueras de Morón, desde la alcoba a la Arcilla o desde la plata a Esparteros, donde tanto me gustaba jugar y donde pasaban la mayor parte de mis horas de niñez.
Gran deportista, reportero y aventurero, eterno nómada en este mundo sin fin.
Vaya pues un saludo y un hasta siempre,  Don Miguel.


A LA CAZA DEL TESORO. 1984

03 mayo 2016

LA AFOTO.

En tiempo de comuniones.
Qué foto más bonita. Seguro que conoces a alguien de la foto
Quién te ha visto y quién te ve, Bernavé...

02 mayo 2016

Cavilaciones en mi azotea



Lagun bat gogoratuz.
Landareetako artzaina.

Amigo mío, andaba hoy revolviendo unas fotos, qué aunque no antiguas ya tienen unos años. Son de los primeros años en que vine a vivir a Euskalerria, hace ya tanto tiempo.
Pues como te decía, andaba revolviendo fotos y así es como fui a encontrar una de él, de Juanito, el de Gaisparro. Sin duda alguna, una de las mejores personas que he conocido en mi vida, tan grande por dentro como pequeño era por fuera.
Conocí a Juanito ya en el invierno de su vida y sin embargo tenía tanta vitalidad y lucidez que asombraba. Enjuto y de manos huesudas, parecía que su cuerpo no había parado jamás de moverse y que de tanto bregar se había convertido en puro nervio.
Hombre afable y cariñoso, amigo de la conversación y al que nunca faltaba una risa en el momento oportuno pero serio y recto cuando era menester. Hay virtudes que todos los hombres anhelamos tener e incluso nos esforzamos por tenerlas y sin embargo de él emanaban como un halo natural que surgía sin esfuerzo. Lealtad, confianza, sinceridad, empatía, resilencia y sentido del humor. Trabajador constante y paciente, luchador nato, llevaba la vida dura reflejada en su rostro y al mismo tiempo ternura en sus ojos.
Cuánto debí haber aprendido de él. Cuanto me debería haber contagiado de sí mismo en aquellos apacibles momentos de charla.
Parece que lo veo caminando hacia la huerta, a trabajarla y mimarla como el que da forma a una obra de arte. Las plantas de la huerta eran su centro y hasta el duro suelo se dejaba hacer. Para él la tierra era lo más normal del mundo y sin embargo era poseedor de un arte hábilmente trabajado y educado a través del tiempo.
Juanito se fue un día, hace ya tiempo, tranquilo y con mesura, igual que vivió. Todo quedó entonces algo más triste, la tierra, el río, las plantas…

Si alguien alguna vez me pidiera que describiera las virtudes del vasco navarro, sin dudarlo sólo le diría, "Juanito el de Gaisparro".