VUELTA AL COLE
Hace unos días estuve preparando el
material escolar para mi hija. Empieza en la escuela y este curso ya va a
primero de primaria, lo que en mi época se llamaba primero de E.G.B. El nombre
ha cambiado y seguro que la pedagogía también, pero sin embargo hay cosas que
siguen igual. No cambia la ilusión de los primeros días, del cambio de ciclo a
uno superior en el que aunque con seis añitos, ya se cree mayor. La ilusión por
los nuevos materiales, los lápices, las gomas de borrar y el estuche. Un
cuaderno a estrenar y muchas ganas de hacer cosas. Habrá nuevos amigos y habrá
reencuentro con los ya conocidos. También nueva maestra, que guiará sus pasos durante
todo el curso y logrará cambios a veces imperceptibles.
Es curioso y no sé si le ocurre a todo el
mundo, pero yo soy capaz de recordar todas las maestras y maestros que tuve en
E.G.B, desde primer curso hasta octavo. Y lo mejor es que para mejor o para
peor, todos dejaron alguna impronta en mí.
Muchas caras que pasan por mi mente
relacionadas con esa época de mi vida, desde la infancia a la adolescencia. Días
y momentos que quedan grabados como una fotografía de sentimientos. Colores que
para siempre quedarán impresos en la memoria de la vida. Aquellas aulas,
aquellos libros y aquellos juegos de la infancia.
Ahora veo a mis pequeños ir a la escuela,
con esa felicidad inocente que los mayores fuimos dejando, trozo a trozo, por
el camino de la vida. Aquella inocencia infantil que perdimos, pero que teníamos
que haber conservado para siempre.