No haría ni un año que el hombre se había dado una "güertecita" por la luna, cuando el padre de la criatura y el que suscribe combatían los rigores de la canícula con un refrescante chorreón de agua que mi madre nos repartía desde la pila del patio, y como podéis ver, ahí estaba el tío, en su jacuzzi de latón y, a falta de un gin-tonic premiun, un chupete de la botica de Juanito, el de la calle la romana.
Atentamente;
El niño Gilena
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