Estimado
Pueblo:
Espero
que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, a Dios
gracias.
Andaba
yo este domingo pasado cavilando cómo matar el aburrimiento que trae
la canícula, cuando recordé la misiva que mi amigo Antonio Zamudio
me remitió por ese vocero moderno que es el wassap y que venía a
decir que otro año mas los amantes de los 64 escaques ponen en
marcha el VIII CAMPEONATO DE AJEDREZ CIUDAD DE MORON ( Toma ya).
Como
no podía ser de otra manera, encaminé mis pasos al centro Julio
Vélez o módulo azul, como es mas comúnmente conocido. Mientras me
dirigida hacia allí, empecé a recordar
aquellas antiguas lides de torres, alfiles y peones, cuando no era
más que un chaval, por no decir “niño”, en las que me
enfrascaba con mi amigo Juan o el anteriormente mentado, Antonio
Zamudio, en el edificio del antiguo sindicato, donde todavía el
reloj no hacía de arbitro silencioso ni de juez en el tiempo, donde
no se entrenaba contra una máquina y el único conocimiento al que
podías recurrir era que algún mayor te prestara una revista 8X8.
Entretenido
en estas cavilaciones sorteé pronto el desierto de La Alameda y me
encontré insertado en la justa que allí se estaba celebrando.
Agradable fue la sensación de ver caras conocidas, antiguos
contrincantes de blancas y negras, jóvenes y niños que, ante su
tablero, se devanaban los sesos para no perder el centro, rehusar un
gambito o atacar una defensa india mientras desarollaban una
variación de la Ruiz López. Desde mi silencio me sentí agradecido
a aquel puñado de soñadores que, sin prácticamente ningún tipo de
ayudas, siguen manteniendo y promocionando éste, para mi más juego
que deporte, en el que se practica una lucha feroz con el solo
contacto de darte la mano al comienzo y al final de cada partida.
Fue
de igual manera gratificante observar el juego de su campeón, un
mozalbete de no más de quince años con los conocimientos de un gran
maestro, que barrió literalmente a todo aquel que osara sentarse en
su contra, ya fuese con blancas negras o coloradas.
Sí
me causó un poco de tristeza que a la hora de entregar los premios a
sus campeones nadie del consistorio ni que representara a la alcaldía
se prestase a estar presente (yo creo que el señor alcalde no sabía
la descomunal paella con la que regalaron a los presentes), nadie de
los medios de comunicación se interesó por sacar aunque fuese una sola foto del acto... Pero en
fín, lo que sí pude constatar es que gracias a esos enamorados de
reyes negros y reinas blancas el ajedrez en Morón seguirá hacia
adelante, por ello, mi mas sincero agradecimiento desde este
rinconcillo moronero.
Atentamente;
El
niño gilena