Va de héroes.
Hoy amigo mío, no vengo a hablarte de cosas de Morón o Andalucía. Hoy voy a contarte una historia que podría ser llevada a cualquier sitio del mundo, pues puede ser ejemplo para todos y los ingredientes son muy del gusto nuestro desde que disfrutábamos con las novelas de Jack London y otros autores parecidos, que nos llevaban a las tierras lejanas del gran norte, con animales salvajes, perros y aventuras.
Estaba yo esta mañana hurgando en mis archivos sonoros, cuando fui a dar con unos antiguos de Félix Rodríguez de la Fuente y los escuché, como siempre, con ese regustillo nostálgico que me traen mis antiguos audios. Mientras escuchaba me vino a la memoria el último trabajo del documentalista, que fue intentando filmar la que es probablemente la carrera más dura del mundo, la IDITAROD y como conozco la historia te la voy a contar, además mañana día 5 empieza la 39ª edición de la carrera.
Corría el año 1925, aya por las tierras de Alaska, en un pueblo llamado Nomen, surgió una epidemia de difteria, mortal de necesidad si no se aplicaba la vacuna correspondiente (en aquellos tiempos las enfermedades y las vacunas no eran un engaño del gobierno). Como era de esperar en este pueblo remoto no había la vacuna para todos los habitantes del pueblo, por lo que el médico telegrafió al sitio más cercano donde sabía que tenían la vacuna, la población de Anchorade, a 1875 km hacia el sur. Como es natural, en estos años los transportes no eran como ahora y ni la aviación estaba aún preparada para combatir en un viaje en pleno invierno ártico.
Pero en Anchorade sabían que fuera como fuese tenían que llevar las vacunas o todos en Nomen morirían. Es aquí donde entran en juego los héroes, los hombres que conocedores de su obligación para con la vida de los demás, no dudan en arriesgar la suya propia y lanzarse a una aventura increíble. Debían recorrer los 1875 km hasta Nomen en el menor tiempo posible y sólo había una manera. La misma manera que habían usado los hombres desde el principio de los tiempos, confiando en sus perros.
Así se organizó una travesía para salvar la distancia en el menor tiempo posible, utilizando los trineos tirados por perros, organizando una especie de carrera por relevos.
La distancia fue salvada en un total de 5 etapas, en la que tanto los musher como los perros quedaron totalmente extenuados e incluso muriendo alguno de ellos. Al quinto día de agotable marcha, las vacunas llegaron a Nomen a tiempo de salvar a toda su población.
En esta epopeya por la vida participaron veinte mushers y más de cien perros. No corrieron por la gloria, ni por riquezas o fortuna. Corrieron sólo para llegar a Nomen a tiempo.
Va por esos hombres y sus perros!!!.
Hoy amigo mío, no vengo a hablarte de cosas de Morón o Andalucía. Hoy voy a contarte una historia que podría ser llevada a cualquier sitio del mundo, pues puede ser ejemplo para todos y los ingredientes son muy del gusto nuestro desde que disfrutábamos con las novelas de Jack London y otros autores parecidos, que nos llevaban a las tierras lejanas del gran norte, con animales salvajes, perros y aventuras.
Estaba yo esta mañana hurgando en mis archivos sonoros, cuando fui a dar con unos antiguos de Félix Rodríguez de la Fuente y los escuché, como siempre, con ese regustillo nostálgico que me traen mis antiguos audios. Mientras escuchaba me vino a la memoria el último trabajo del documentalista, que fue intentando filmar la que es probablemente la carrera más dura del mundo, la IDITAROD y como conozco la historia te la voy a contar, además mañana día 5 empieza la 39ª edición de la carrera.
Corría el año 1925, aya por las tierras de Alaska, en un pueblo llamado Nomen, surgió una epidemia de difteria, mortal de necesidad si no se aplicaba la vacuna correspondiente (en aquellos tiempos las enfermedades y las vacunas no eran un engaño del gobierno). Como era de esperar en este pueblo remoto no había la vacuna para todos los habitantes del pueblo, por lo que el médico telegrafió al sitio más cercano donde sabía que tenían la vacuna, la población de Anchorade, a 1875 km hacia el sur. Como es natural, en estos años los transportes no eran como ahora y ni la aviación estaba aún preparada para combatir en un viaje en pleno invierno ártico.
Pero en Anchorade sabían que fuera como fuese tenían que llevar las vacunas o todos en Nomen morirían. Es aquí donde entran en juego los héroes, los hombres que conocedores de su obligación para con la vida de los demás, no dudan en arriesgar la suya propia y lanzarse a una aventura increíble. Debían recorrer los 1875 km hasta Nomen en el menor tiempo posible y sólo había una manera. La misma manera que habían usado los hombres desde el principio de los tiempos, confiando en sus perros.
Así se organizó una travesía para salvar la distancia en el menor tiempo posible, utilizando los trineos tirados por perros, organizando una especie de carrera por relevos.
La distancia fue salvada en un total de 5 etapas, en la que tanto los musher como los perros quedaron totalmente extenuados e incluso muriendo alguno de ellos. Al quinto día de agotable marcha, las vacunas llegaron a Nomen a tiempo de salvar a toda su población.
En esta epopeya por la vida participaron veinte mushers y más de cien perros. No corrieron por la gloria, ni por riquezas o fortuna. Corrieron sólo para llegar a Nomen a tiempo.
Va por esos hombres y sus perros!!!.
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