Estimado Pueblo:
Espero que al recibir la presente
te encuentres bien, yo bien, gracias a Dios.
Si algo hay que me guste de la
estación en la que se caen las hojas es el cambio que se produce en el fondo de
alacena, me explico:
Nada mas meternos en la primera
luna del otoño ya tenemos unas aceitunas moronas aliñadas por mi padre, a las
que siguen unas gordales moras zajadas y con aliños de ajo.
El zumo de las perlas del olivo
nos regala licor nuevo, de verdor intenso y gusto entre picón y afrutado,
inmejorable para mojar un buen bollo calentito.
El tinto de verano deja de tener
apellido y los olorosos y
afrutados dejan un poquillo al lado a su prima, la cerveza.
Los pimientos son sustituidos por
lechugas de todas formas y colores, los tomates del picadillo dejan sitio a los
apios en salpicón, las berenjenas pasan a mejor vida y prestan su lugar a las
coles y lombardas. Las
habichuelillas desertan de las ollas y prestan su lugar a guisantes y a
puerros de cuello largo.
Los aliviados guisos de verano se
tornan en potajes con todos su avíos,
con algunos rosarios de chacinas coripeñas entre sus tropas y media librita
de tocino entreverao, que hacen
de delicioso continuar, entre machaque y machaque, de una boba de buen mihajón.
Los espárragos de las sierra de San
Juan se prestan a “arrebujarse”
con un par de huevos, creando un manjar
de supremacía campestre. Y qué decir de un guisito de tagarninas con su
pimento y su pan majao…
Los melones y sandias pasan a
mejor vida, para darle prestancia a las naranjas wachis del Torrejón, las “granás” del huerto Las Monjas”
y algún membrillo para hacer compota.
La castaña asada, cruda o pilonga
es el mejor caramelo otoñal que podamos degustar, y con una batata cocida o
asada con su poquito de azúcar de tapadera dan al goloso el mejor de los
descansos.
Los helados aguardarán hasta
pasada la Semana Santa y toman relevancia las milhojas de “anca Cabrera”, las
pastafloras de “anca Parrilla” y las sultanas de la plazoleta Meneses.
Lo dicho, lo que toca toca, así
que nada mejor que vestir nuestra alacena con aires de otoño.
He dicho.
El niño gilena