27 mayo 2010

"PA ONDE TIRAMOS" PARTE I

Estimado Pueblo:

Espero que al recibir la presente te encuentres bien, yo bien, gracias a Dios.

En estos tiempos primaverales que corren, la sangrecilla se altera, como dice el refrán, y los paseos matutinos de fin de semana, se tornan en escapadas sube-sierras de la orografía comarcal. Me explico:

Más de cuando en cuando de lo que quisiéramos, mi compadre, Curro Tagua, y el que te escribe, echándole valor, nos calzamos por jumento una más Lambreta que Vespa de cuando cantaba Pedrito Rico y, simulando el viaje de Ernestito "el che" por tierras andinas, nos disponemos, no antes de preguntarnos "pa onde tiramos”, una rutita de sábado que nos servirá, cual sicólogo Argentino, para calmar nuestros espíritus, poner las cosas en orden en la testera o revisar qué árbol de ramas gordas nos servirá de patíbulo de solución de todo problema terrenal.

Las más de las veces dirigimos nuestros pasos o, mejor dicho, nuestras ruedas, a la antigua vía férrea de la Sierra de Cádiz, hoy conocida por Vía Verde (sin apellido), en la que nuestro pétreo amigo, el peñón, nos da la bienvenida entre buitres moscardones que revolotean incansables, vigilantes y pacientes. Otras, por cambiarle el gusto al día, damos un repasito carrilero hasta la Sierra de San Juan, solitario verdor con viruelillas locas de piedra en la que inspirar miradas bucólicas de rebaños de marteñas cabras y vuelos de abubillas y zorzales. Alguna visita también se hace a la cicatrizada Sierra de Monte-Gil, con la promesa nunca cumplida de recorrer sus crines hasta las corvas de Las Alcabalas, no sin antes decirnos una y otra vez la conocida frase de: “ya mismo se la cargan”.

Por no poder evitar el gusto por las alturas, no podíamos dejar el cerrillo más alto del contorno: Terril de nombre y lejano de apellido, pues hasta la villa de Algámitas había que ponerse en el mecánico jumento, más, valía la pena las siete coces dadas para el arranque del artilugio pues la vista es grande y te pone en tu sitio al llegar la mirada a los lejanos pastos de la vega de Carmona.

Si lo apetecible ese día es más bajar que subir, moteamos saludando a las salinas hasta la Sierra de Pozo Amargo y, después de dejar atrás los antiguos baños curalotodos de la aldeílla del mismo nombre y dejar nuestro rocín motorizado a linde de un pechillo pepitero, nos disponemos a encontrar el cubil fresco y oscuro que, marcado por las coordenadas de la casa del tío de Juanito, "el Yumi", y dos fresnos lejanos, hacen de ese día que nuestra mirar de lejanías, encinas y alcornocales se tornen en corta oscuridad de caprichos pétreos de mil años paridos.

En fin, por este sábado ya está bien. Pues con hartazgo de verdores, carriles, cuestas, más quemazón que fresco y la Vespa en la reserva, dirigimos nuestros pasos de nuevo al blancor de tus calles con la mente vaciada de los problemas cotidianos.

Atentamente;

El niño Gilena

24 mayo 2010

"MAYEANDO"

Estimado Pueblo:


Espero que al recibir la presente te encuentres bien, yo bien, gracias a Dios

En mi paseo matutino de este sábado, ya con calzoncitas veraniegas y polito de lo mismo, he echado a andar la vista, por distraerme, a los balcones de las calles por donde discurrían mis pasos. Y, claro está, al haberse cumplimentado la magistral fórmula de un marzo ventoso y un abril lluvioso, no quedaba más que venir que un mayo florido y hermoso, por pomposo que suene. Y sí, en el mes de María, como dice la tradición, se asoman a las rúas cabezonas malvas de tornasolados colores, pizpiretos claveles de ensangrentados pétalos y esbeltas y coquetas azucenas para formar la escogida bandera multicolor de ese balcón moronés.

Con esa colorida imagen en mi retina, seguí mi discurrir pueblerino hasta que, frente a una antigua casita de puertas abiertas sujetadas con una china de río, se entreveía lo que la vitalidad del sol, agua y viento y el cariño de su propietaria habían formado en el patio. Cual corazón de verdor palpitante, las pelistras, los helechos, los ficus o las polletonas se habían adueñado de tan singular corralito.

No cansado de este primaveral y botánico paseo, dirigí mis andares al jardín de Los Palomitos, donde en mi sentada obligada en sus pétreos bancos observé el parto producido por su amarillenta tierra alverada, adelfas blancas y rojas cuajadas de grandes flores, pacíficos reventones, moreras endulzadas de granates frutos, palmeras arengadas por datileros pesos y todo ello amenizado por el canto de gorriones, golondrinas y algún jilguero escapado de las jaulas del lugar.

Antes de retirarme a la ineludible hora del almuerzo, no quise hacer el feo de pasar por el jardín de La Carrera y diome la sorpresa que, aunque sabiéndole enfermo por falta de médico y medicinas, también quiso éste aportar con su verdor y su arrullo de palomos buchones esa nota melodiosa a esta melodía primaveral de mayo.

En fin, empachado buenamente de colores, flores y trinos de este quinto mes pueblerino, me senté en mi cocina, al lado de la alhacena, a tomarme un vaso de vino y unas aceitunillas pasas mientras la reina de mi casa cortaba una matita de yerbabuena de una latilla vieja de aceite para poner su parte de primavera en el puchero de ese día.

Atentamente;

El niño Gilena

20 mayo 2010

DE SABIOS Y MARTINITOS

Estimado pueblo,


Espero que al recibir la presente te encuentres bien, yo bien, gracias a Dios.

Hoy la primavera nos ha puesto su cara triste, un día de esos de lluvia rancia, cielo gris marengo y poniente silvón, días propicios para que los sustos y martinitos cabalguen por lindes y veredas.
Esto ha traído a mi memoria los fenómenos paranormales que mantenían intranquilo el espíritu del miedo en nuestra niñez. Me explico:

Quién no recuerda la invocación de la tal Verónica con el simple uso de unas tijeras, un cordelito y un libro, inquieto espíritu al cual podía preguntársele con quién me casaría o los cates que me iban a quedar en la tercera evaluación. O quién no ha oído hablar del viejo que, apareciéndose en medio del campo, pedía tu compaña para ir a encontrar una suerte de tesoros que el sabía donde se hallaban escondidos. También eran invocadas las ánimas benditas del Purgatorio con un sortilegio llamado "seazo", pues realizado este y en viendo qué giro tendría la cuchara dentro del mejunje preparado, podría discernirse si la prieta barriga de la vecina preñada sería de macho o de hembra.

Con respecto a los personajes relacionados con estos misterios hay que hacer mención de la afamada bruja de El Pantano, a la que gran cantidad de tus parroquianos acudían de continuo para saber desde que enfermedad tenían hasta el tiempo que le quedaban de estar mocito antes de que una hembra pusiera sus ojos en ellos.

Afamada también por estos lares era la curandera de Olvera, a la que en el mismo momento de salirte una berruguita ya estabas montado en la empresa "Sarmigé" y, después de cinco o seis arcadas por la carretera de Pruna, ya te encontrabas dispuesto a que la susodicha fuera sajada y curandeada con vino goletero y algunas hierbas por ella conocida.


Milagreros y cuentistas también los había machotes como cuando el tal Carlos Jesús baticinó la aparición de no se qué virgen en la dehesa de El Parroso y, después de casi dejar la dehesa como una escombrera, lo único que apareció para regocijo popular fue un familia de bichas terreras que acosadas por la pala del tractor ponían barriga en polvorosa cagándose en los muertos a lo seguro del mentado Carlitos.

En fin, ya parece que sale el sol, y con él la risa del día. Ya se quedan atrás todas esas tonterías, farsas y martinitos, más dignas de un pueblo en el Medievo de Transilvania que una casi blanca villa del sur de la serranía. Pero acordaros del dicho: "los martinitos no existen, pero haberlos hailos".

Atentamente;

El niño gilena

06 mayo 2010

LAS REINAS DE LA CALLE

Estimado Pueblo:

Espero que al recibir la presente te encuentres bien, yo bien, gracias a Dios.

Si en días anteriores te hablé de los niños de antes con sus juegos callejeros y formas de divertimento, sería una descortesía por mi parte el no recordarte los lúdicos quehaceres de las entonces "parte contraria" y hoy compañeras insustituibles: “LAS NIÑAS”. Esas niñas de coletas y trenzas de uniformes colegiales y babis de color claro, que compartían plazas y callejuelas, que danzaban con canciones de simple rima en un corro risueño y alborotador.

Esas niñas de antes que se echaban a la calle a pintar una semana para jugar al teje, o saltaban al compás de melódicas cancioncillas el balanceo rítmico de un cordel de tendedero.

Esas niñas que con la sola distracción de sus manos y una rima rápida y consonante realizaban malabarismos palmeantes con el solo objetivo de no equivocarse en la realización y la rima.

Esas niñas de saltos de elásticos mientras arremetían sus faldas por vergüenza de enseñar paños menores.

Esas niñas de juegos de casitas con muñecas, de cromos viejos en latas, de muñecos pelones y Nenucos, de diábolos y recortables.

Esas niñas de juegos de pañuelos, de vestiditos de Nancy, de Hula –Hop y parchís.

En fin, reinas de la calle, complemento de canción popular de esas tardes de verano, alegría de aceras y casa-puerta, enemigas de éste quien te habla y compinches del mismo por ocupar aquel trozo de circo callejero, que eran las venas de tus calles cuando, antes de antes, la algarabía y el alboroto hacían tronío a la taurina hora de las 5 de la tarde.

Parece mentira que algo tan peleado entonces pueda ser tan echado de menos hoy.

Atentamente;

El niño Gilena.