Hace unos días, oí por Radio Morón y también luego pude leer, que nuestro queridísimo y amado grupo “pepero” de gobierno, quería acometer la restauración de nuestro castillo, ese mismo que hemos tenido abandonado durante años.
Cuando me enteré de la noticia, no supe si alegrarme o echarme a temblar y desear que al pobre lo dejen como está, herido y maltrecho, pero al menos con honor y dignidad.
Aún recuerdo cuando, habiendo otro gobierno en el pueblo (o desgobierno, según se mire) se acometieron algunas obras, llevadas a cabo por los chavales de la escuela taller. Me imagino que no por culpa de ellos y sí por algún desaprensivo con título, hicieron un parcheado desafortunado y carente de la rigurosidad necesaria para hacer la restauración de un monumento histórico. Pero en Morón hacemos las cosas como las hacemos. Pues eso, que tenemos una ruina de castillo y no sólo por culpa del abandono de los antiguos Duques de Osuna, ni por la voladura a la que le sometieron las tropas imperiales del enano Napoleón, si no por nuestro propio abandono y por vivir de espaldas a él, aunque haya sido siempre emblema del perfil de nuestro pueblo.
El castillo me recuerda en ocasiones, el semblante del moronero, altivo y orgulloso, siempre “echao pa lante”, pero con el espíritu ruinoso y desilusionado, de tanto recibir el ataque de politicuchos saltamatas.
Al igual que el moronero necesita una buena bocanada de ilusión, de empuje y de expectativas de buen futuro, así necesita nuestro querido monumento de glorioso pasado, tener una restauración digna e inteligente, que le haga volver a tener el brillo glorioso de otros tiempos. Pero que no le intenten dar un lavadillo de cara y así poder salir del paso, si no que busquen a alguien que sepa mirar al castillo frente a frente y sepa devolverle su dignidad.
Por otra parte, una buena restauración y gestión, podría dar el trabajo tan necesitado a tantos de Morón.
Seguramente, la mayoría de moronenses no sabe que este año 2010, en el mes de Julio, el día de Santa María Magdalena, se cumplían 770 años de la toma de la fortaleza, de nuestro castillo, por las tropas cristianas del Santo Fernando, dejando de ser musulmana. Los monjes guerreros calatravos, a las órdenes del maestre de la orden, Rodríguez Gallinato, conquistaban la plaza, envuelta la acción en un alo de leyenda, que pasó a formar parte de nuestro escudo. De esta guisa se cuenta, que el infanzón Rodríguez Gallinato, venció al adalid del castillo, cuyo caballo desbocado se dirigió a las puertas de la fortaleza y cuando los moros abrieron las puertas para asir al corcel, los de Fernando III entraron en el sitio, tomándolo para Castilla, convirtiéndose así Morón en la frontera de dos mundos, el cristiano y el musulmán, circunstancia que talló la personalidad del moronero, como gente de frontera, indómito, orgulloso y guerrero.
Razones tenemos de sobra, los de Morón, para pedir la recuperación de nuestro castillo, para seguir sintiendo su semblante durante otros 770 años más.
Dios quiera que un día, al volver a mi pueblo, pueda llorar de alegría al ver la fortaleza gloriosa y digna, con su silueta eterna y mejorada, como el espíritu del moronero.
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