17 febrero 2011

De tierra y agua


Delicados pero firmes, así envuelven tus dedos la fina arcilla, qué gira en interminable movimiento sin ir a ningún lado.
Al son callado del torno, levemente golpeado por tu pie sereno,
vas dando forma a la tierra y el agua con geometrías de exuberante redondez,
que recuerdan las curvas de una hermosa mujer, pues mujer es la tierra y su sangre el agua.
Luego le darás fuego, entregándole la fuerza y la dureza para completar así, el ciclo infinito que no cesa, siendo creador y hacedor como la naturaleza.
Muchas veces ví, en mi niñez, cómo tus manos nervudas se deslizaban arriba y abajo,
conformando, como un gran milagro, aquellas cerámicas, fruto del saber ancestral y popular de nuestra tierra.
Tus manos dieron de beber al jornalero y sujetaron firmes los tesoros de la tierra, que dieron de comer a sus familias.
Sus cóncavas palmas albergaron nuestro aceite, nuestro vino y el agua fresca en la alacena.
Tus manos se pusieron sobre el fuego de las humildes cocinas,
para dar sabor de gran mesa a los guisos del obrero.

Fueron tus manos, alfarero, las que cobijaron el sencillo vivir de mi pueblo.


Dedicado a mi tío Pichichi, el último alfarero y a todos aquellos que modelaron y cuidaron las costumbres de mi tierra

2 comentarios:

  1. Me ha gustado el artículo.
    Blog de Antonio Cuevas. Saludos

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  2. hola,
    creo que soy tu prima como puedo contactar contigo.
    Pepe Martínez "pichichi, también es mi tío.

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