28 abril 2011

EL MUELLE DE GUITA

Estimado Pueblo:

Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.

Hoy quisiera hablarte de un mal cada vez mas endémico por estos lares pero que ha servido para marcar uno de los estereotipos mas dañinos a nuestra cultura y procedencia y no es más que "la flojera" que, aunque neguemos su existencia, es como las meigas: aquí no existen pero haberlas haylas. Me explico:

En estos tiempos donde la falta de ocupación remunerada es el cáncer que corroe a la población y es el más recurrido tema de conversación donde dos bocas se junten, sigue existiendo el rara avis del muelle de guita o en léxico popular "el flojo de turno". Sí, ese que por su genética viene negado a todo esfuerzo, no solo en realizar un trabajo sino también en buscarlo, estas personas las cuales se caracterizan por su gran amor a la cama en horas de maitines y un odio acervado al sonido de despertadores, timbres y varietales, esos que, conscientes de la imposibilidad de que los hagan celador de instituto por real decreto, rezan los padres nuestros que hagan falta para que les caiga una paguita, esos que confunden emancipación con juvilación, esos que dicen que los cartelitos de "el tabaco mata" tenían que traerlos los picos y las espiochas, los mismos que tienen alergia a ocho horas diarias o a cuarenta semanales, esos que hacen oídos sordos, incluso llegan a cabrearse, ante la insinuación de una vacante de algún puesto de trabajo.

Recuerdo la anécdota que me contó mi compadre, Currillo Tagua, de un vecino que al ir un pariente a informarle de una vacante laboral en la base aérea, comentó con sarcasmo:

¿TRABAJO?, ¿TRABAJO?, PERO ¿QUE TABAJO?.
Anda, explicaselo a mi madre que ella ya me lo explicará a mi.

Estos espécimenes de los que te hablo no son tan raros como el lince y desde luego no los pilla un coche, así que mira a tu alrededor y si ves alguno me lo comentas.

Atentamente

El niño Gilena

17 abril 2011

TIEMPO DE CUERNOS


Estimado Pueblo:

Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.

Cuando ese olorcillo, mitad canela mitad limón, perfuma el paseo de La Carrera y, al levantar la vista, te das cuenta del parto de los naranjos amargos, que jalonan la calle y alfombran el suelo, cuando los canarios se encolleran en sus nidos, cuando desde la puerta del bar Alemán se huele a incienso de Cristo de Burgos, cuando el sol empieza a madrugar y la luna se vuelve trasnochadora, cuando revientan los claveles colgantes de los balcones, cuando los abanicos de colores de las malvas nos regalan mil y una banderas y gallardetes, cuando el trigo se bambolea en los cortijos, mecidos por solaneras, cuando los jaramagos reinan en las cunetas, cuando se preparan fajas y costales, cuando las torrijas y pestiños llenan escaparates confiteros, cuando las papas con bacalao reinan en los viernes de la semana, cuando las mocitas acortan faldas y ensanchan escotes, cuando se quitan manchones de cera de túnicas y capirotes, cuando se planchan trajes de comunión, cuando las cigüeñas terminan sus nidos y claquean su cariño desde torres y campanarios, entonces y solo entonces el caviar del jornalero o las cañaillas del pobre inician su reinado en bares, tascas y tabernas, con sabor de cardanchera y caldo de aguamanil, picantes como las palabras de una suegra y calientes como las alpargatas de un calero, son la tarjeta de presentación para el inicio de cualquier reunión, tertulia o compadreo, alrededor de esa terna de cuernos que todo el mundo torea con mas o menos gracia para sacar los pañuelos en las ganaderías, donde el mayoral ha sabido darle el punto a la muñequilla o se pide la vuelta a los corrales de mansos en el picor y cobardes en el asome del burladero de su concha.

Atentamente

El niño Gilena

12 abril 2011

PERSONAJES DE MORON (DON RAUL)

Estimado Pueblo:

Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.

Te traigo hoy otro personaje para dejarlo impreso en la piedra de la memoria, ya que por sus cualidades o por la falta de las mismas, quedará marcado en el cuadro de esos paisanos que, sin ser ilustres o sin merecerlo, pasan por la historia de tus calles.

El personaje que hoy te miento no es de nacimiento moronero aunque, por sus actos y cariño a este rincón, se debería proponer tenerlo aunque fuese de "hijo ilegítimo" o "adoptado" de la villa. No creo que llegue a la cuarentena de años de existencia ni a la quinquena de residir y presidir la Parroquia de la Victoria, pero en este tiempo se ha grangeado la amistad del barrio, de sus contornos y de todos los aficionados al paseo procesional de todo lo que esté bendecido, pues es una de sus más destacadas aficiones, que cualquier día nos sorprende despegando la estatua de la santa que corona la plaza y dándole una vueltecita por la carrera oficial moronera. Según cuentan los que le tienen en estima, es amigo del buen yantar y los que no le tenemos por íntimos podemos intuir su amistad por la buena pringá del puchero de la hechura del amigo. Costumbrista en llevar hábitos lo es, aunque para mi gusto le falta ceñir un traje talar de los de antiguo con su bonete y rosario en mano. Siempre risueño y de buen talante se le ve junto a su casa parroquial, rodeado de mozalvetes adictos, que no adeptos, al noble arte del monaguilleo, o del brazo de alguna beatona aficionada a triduos y quinarios, riendo con esa sonrisa fresca que hace que se le achiquen los ojos. Cuentan las malas lenguas, que como en todos los sitios haylas, que anda sobradito de pluma, que de cuando en cuando se le escapa alguna o las bastantes para rellenar las almohadas de un cuartel de la legión. Pero eso a mi no me importa, con lo que me quedo de este personaje es que desde el púlpito de su vida hace feliz a mucha gente.

Don Raul (el cura de la Victoria)

Atentamente;


El niño Gilena

05 abril 2011

PERSONAJES DE MORON (EL MOCHUELO)

Estimado Pueblo:

Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.

Te traigo hoy otro personaje para dejarlo impreso en la piedra de la memoria ya que, por sus cualidades o por la falta de las mismas, quedará marcado en el cuadro de esos paisanos que, sin ser ilustres ni merecerlo, pasan por la historia de tus calles.

Con el nombre de José Manuel yo te bautizo, decía el párroco derramándole en la coronilla la fría agua del sacramento. Cosa esta que le produjo una gran irritación, con lo que desde ese momento dejó de aficionarse al líquido elemento y, por compadreo, a su hermano el jabón.

Su infancia no fue feliz ni de lejos, criado por un abuelo del que solo heredó el apodo, pasó mas tiempo entre cabras y perrillos que ante los pupitres de un colegio. Aficionose pronto al arte del lazarillo, medrando algunos duros allí donde se le necesitaba para realizar trabajos dados a sus conocimientos, carga y descarga y recados de difícil olvido.
Con la edad llegó el amor y, con la fuerza que la naturaleza da a los de su condición, nacieron varios polluelos, hoy recluidos en algún colegio institucional.
Hoy me lo he encontrado en la carretera de La Alcoba y, después de los saludos de rigor y de preguntarme por mi hermano el chico y por los nervios de mi madre, ha seguido su camino, tirando de un carrillo cargado con chatarras y cachivaches, seguido por un perrillo mil-razas y con un cigarro prestado, como el dice, en la comisura de los labios, que fuma nervioso ante la esperanza de pedirme otro. Lo veo alejarse y me lanza una sonrisa desdentada mientras el sol pajizo de abril relumbra en su hoy tolda cabellera.

José Manuel, "El Mochuelo".

Atentamente;

El niño Gilena