Estimado Pueblo:
Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.
El capricho del calendario lunar quiso que este año la fiesta del Corpus se juntara con los rigores del caluroso final de Junio, con lo que aprovechando el poco frescor que recogemos los que nos gusta levantarnos a la hora de los panaderos, decidí darme una pataita por los centros de la villa para contemplar los templetes dispuestos en derredor del camino que el cortejo procesionaría horas más tarde. Agradome la vista de lo expuesto, viendo cómo casullas, varales, cálices y patenas eran colocados con armonía y arte entre figuras de devoción que, sudando la gota gorda, esperaban la contemplación de los parroquianos y la visita de la custodia.
Mientras me deleitaba con los exornos, el relumbrar de la plata y el bordado de mantos y estandartes, empezó el despliegue de esa alfombra natural de juncias y tomillos que viste los olores de la mañana y forman un río de verdor para que la barca de plata del cuerpo de Cristo navegue por los canales de tus calles.
Monaguillos de librea, sacristanes con incensarios, curas de blanco cal, beatas con mucha laca y capillitas con traje y vara, acompañaban al primero de los pasos que campeaba por la calle San Miguel. San José lleva por gracia, patrón de este rincón de Andalucía y Obrero por apodo, aunque si no recuerdo mal mis lecturas de las sagradas escrituras, más que obrero fue autónomo de aquellos tiempos pues, según creo, la carpintería era suya. Pasado el "siempre de frente" de los costaleros que lo portaban, no podía faltar "Antoñito el de Benito", sempiterno "aguaor" de "to" lo que procesione, haciendo de paréntesis ante la imponente obra de orfebrería e imaginería de la Virgen del Rosario, entoldada por un maravilloso templete de plata, coronado por la figurilla de Santiago Mata Moros.
Para cerrar, cómo no, la filigrana de plata que sirve de custodia para el misterio del Corpus Cristi, ensalzada con los sones de la banda municipal y refulgiendo ante el castigante astro sol de este domingo de Corpus.
HAY TRES DOMINGOS EN EL AÑO QUE RELUCEN COMO EL SOL: DOMINGO DE RAMOS, CORPUS CRISTI Y DOMINGO DE ASCENSION (DEL BETIS A PRIMERA, CLARO ESTA).
Atentamente;
El Niño Gilena
26 junio 2011
19 junio 2011
DIAS DE BLANQUEO
Estimado pueblo:
Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.
Siempre que llega este tiempo entre la ancianidad de la primavera y el nacimiento de la canícula, vienen a mi memoria esos recuerdos de los días de blanqueo, los días en que en casa se retiraba la rutina diaria para dar paso a un protocolo antiguo y repetitivo de estas épocas del año. Me explico:
Todo comenzaba una tarde en la que mi padre, aprovechando el retorno del camión de los Cantimpla a la calle Espíritu Santo, entre un "buenas tardes" y un "cómo se anda", encargaba arroba y media de cal, que era traída con puntualidad al día siguiente. Una vez que el pétreo elemento entraba en mi casa, se sacaba el bidón de entrañas níveas que, reposando en el "soberao", esperaba ansiosamente esta puntual cita. Siempre me sorprendió esa magia arcaica de convertir aquellas pesadas piedras, con el único aliño de agua, en lo que al día siguiente se presentaba ante mis ojos.
Todo estaba a punto. Caña, pinceles, cubos, sacos y estropajo entraban en acción para que entre brochazos, recortes, cambios de escalera y mucho "quítame esas goteras de ahí", mi casa tuviera ese color de espuma marina y ese olor a sabana nueva que la hacía fresca, limpia y confortable.
Ahora se cuentan en los mentideros que quieren llevar este pétreo, y a veces liquido elemento, para que lo categoricen como parte del patrimonio. No se si humano o divino, lo que sí se es que siempre será patrimonio de mi memoria y de aquellos como yo, que disfrutaban de esos días del blanqueo.
Tierra, fuego, viento y agua se juntaron aquel día
para darte la alegría y el lustre de tu mirada.
Tiempo, esfuerzo, horno y hombre cantaron pronto tu nombre,
que el viento pregonaría sin que supieras que un día
fueras lucero en los montes.
Llanto de roca vieja que blanqueas mi morada
robando la luz dorada al cielo de Andalucía
Astilla de estrellas y reflejos de luna, que formaron
la bandera de esas piedras moroneras
que en la sierra tienen cuna.
Baila por bulerías en el filo del pincel
para cubrir con tu manto y darme color de sal
antigua y sabia cal con la alegría de tu canto.
Atentamente;
El niño Gilena
Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.
Siempre que llega este tiempo entre la ancianidad de la primavera y el nacimiento de la canícula, vienen a mi memoria esos recuerdos de los días de blanqueo, los días en que en casa se retiraba la rutina diaria para dar paso a un protocolo antiguo y repetitivo de estas épocas del año. Me explico:
Todo comenzaba una tarde en la que mi padre, aprovechando el retorno del camión de los Cantimpla a la calle Espíritu Santo, entre un "buenas tardes" y un "cómo se anda", encargaba arroba y media de cal, que era traída con puntualidad al día siguiente. Una vez que el pétreo elemento entraba en mi casa, se sacaba el bidón de entrañas níveas que, reposando en el "soberao", esperaba ansiosamente esta puntual cita. Siempre me sorprendió esa magia arcaica de convertir aquellas pesadas piedras, con el único aliño de agua, en lo que al día siguiente se presentaba ante mis ojos.
Todo estaba a punto. Caña, pinceles, cubos, sacos y estropajo entraban en acción para que entre brochazos, recortes, cambios de escalera y mucho "quítame esas goteras de ahí", mi casa tuviera ese color de espuma marina y ese olor a sabana nueva que la hacía fresca, limpia y confortable.
Ahora se cuentan en los mentideros que quieren llevar este pétreo, y a veces liquido elemento, para que lo categoricen como parte del patrimonio. No se si humano o divino, lo que sí se es que siempre será patrimonio de mi memoria y de aquellos como yo, que disfrutaban de esos días del blanqueo.
Tierra, fuego, viento y agua se juntaron aquel día
para darte la alegría y el lustre de tu mirada.
Tiempo, esfuerzo, horno y hombre cantaron pronto tu nombre,
que el viento pregonaría sin que supieras que un día
fueras lucero en los montes.
Llanto de roca vieja que blanqueas mi morada
robando la luz dorada al cielo de Andalucía
Astilla de estrellas y reflejos de luna, que formaron
la bandera de esas piedras moroneras
que en la sierra tienen cuna.
Baila por bulerías en el filo del pincel
para cubrir con tu manto y darme color de sal
antigua y sabia cal con la alegría de tu canto.
Atentamente;
El niño Gilena
16 junio 2011
PERSONAJES DE MORON (LOS CANARIOS)
Estimado Pueblo:
Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.
Te traigo hoy otro personaje para dejarlo impreso en la piedra de la memoria, ya que por sus cualidades o por la falta de las mismas, quedará marcado en el cuadro de esos paisanos que, sin ser ilustres o sin merecerlo, pasan por la historia de tus calles.
Supongo que si te digo Paco Narvaez Calle o Miguel Narvaez Calle pocas imágenes vendrán a tu retina, pero si en mi descripción te incluyo la imagen de dos personajes descamisados al estilo literal, deambuladores eternos de bares y tabernas, pedigüeños empedernidos de cigarros, cafelitos, euritos, candelas y cosas varias, y a todo este gazpacho le arreamos con una cancioncilla repetitiva a la hora de medrar, quizás entonces te quede claro a qué tipo de pájaros no referimos hoy.
Pues sí, señor, que sin ser naturales de las islas afortunadas, ni tener el vello canto que distingue a tan amigable ave, se les fue otorgado ese tercer apellido moronés, por el que son temidos por algunos, burlados por los más y respetados por pocos.
Quizás la próxima vez que los veamos, y metámonos todos, podríamos ser, por lo menos, algo más respetuosos ante la imagen de lo que entre algo de enfermedad, mucho de dejadez y una buena dosis de incompresión, forman esta dupla de bufones mal pagados, a los que en la vida les ha tocado la cruz de la moneda.
Atentamente;
El niño Gilena
Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.
Te traigo hoy otro personaje para dejarlo impreso en la piedra de la memoria, ya que por sus cualidades o por la falta de las mismas, quedará marcado en el cuadro de esos paisanos que, sin ser ilustres o sin merecerlo, pasan por la historia de tus calles.
Supongo que si te digo Paco Narvaez Calle o Miguel Narvaez Calle pocas imágenes vendrán a tu retina, pero si en mi descripción te incluyo la imagen de dos personajes descamisados al estilo literal, deambuladores eternos de bares y tabernas, pedigüeños empedernidos de cigarros, cafelitos, euritos, candelas y cosas varias, y a todo este gazpacho le arreamos con una cancioncilla repetitiva a la hora de medrar, quizás entonces te quede claro a qué tipo de pájaros no referimos hoy.
Pues sí, señor, que sin ser naturales de las islas afortunadas, ni tener el vello canto que distingue a tan amigable ave, se les fue otorgado ese tercer apellido moronés, por el que son temidos por algunos, burlados por los más y respetados por pocos.
Quizás la próxima vez que los veamos, y metámonos todos, podríamos ser, por lo menos, algo más respetuosos ante la imagen de lo que entre algo de enfermedad, mucho de dejadez y una buena dosis de incompresión, forman esta dupla de bufones mal pagados, a los que en la vida les ha tocado la cruz de la moneda.
Atentamente;
El niño Gilena
07 junio 2011
QUEMA-TORIO
Estimado Pueblo:
Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.
El otro día estando de tintitos en la bodega Retamares, fui sorprendido por toda una procesión de utilitarios que, a pito pelao, anunciaban el descontento de sus usuarios por la puesta en marcha del "quematorio aruncitano". Y sí, digo "quematorio", que en moronés arcaico es el sitio donde se queman cosas porque, como dice mi compadre Carlitos, el crematorio es donde te dan crema y no creo que sea la crema lo que mosquea a los paisanos que colindan con el humeante lugar. Ya se sabe que a los moronenses no les gusta mucho el humo, recuérdese el mosqueo que tenían los pantaneros, o habitantes del pantano, siempre que el solanillo hacia de las suyas con el humito de la fábrica de cementos, o el cabreo que reconcomía a las vecinos del Llanete siempre que los humos de la cantarería de Pichichi reinaban por tan insigne cuesta y hasta recordar me hace cómo mi tía Pepa se peleó años ha con una vecina que queriendo emular los chiringuitos malagueños se puso a espetar sardinas en el patio, dando sahumerios a la colada de mi parienta, la cual regaló a la vecina con grandes recuerdos de sus antepasados.
En fin, que ante tanta animadversión que presentan los paisanos de Morón a los humos varios, no debía de ser menos cuando ese humo provenga de la quemazón de algún difunto conocido o no, por lo que yo de buena gana me solidarizo con ellos en llevar el susodicho quematorio lejos de donde pueda molestar a estos mis paisanos. Y de paso, propongo a quien quiera escuchar, si no estaría mejor ubicado allá por la parte de El Fontanal, junto a un hotel que hay, o al lado de un chalercito que tenemos junto a este, que me supongo que a la gente a la que pertenecen, ya que se han dado tantos humos durante ocho años, un poquito más no le haría el más mínimo daño, o a lo mejor sí.
Atentamente,
El niño Gilena
Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.
El otro día estando de tintitos en la bodega Retamares, fui sorprendido por toda una procesión de utilitarios que, a pito pelao, anunciaban el descontento de sus usuarios por la puesta en marcha del "quematorio aruncitano". Y sí, digo "quematorio", que en moronés arcaico es el sitio donde se queman cosas porque, como dice mi compadre Carlitos, el crematorio es donde te dan crema y no creo que sea la crema lo que mosquea a los paisanos que colindan con el humeante lugar. Ya se sabe que a los moronenses no les gusta mucho el humo, recuérdese el mosqueo que tenían los pantaneros, o habitantes del pantano, siempre que el solanillo hacia de las suyas con el humito de la fábrica de cementos, o el cabreo que reconcomía a las vecinos del Llanete siempre que los humos de la cantarería de Pichichi reinaban por tan insigne cuesta y hasta recordar me hace cómo mi tía Pepa se peleó años ha con una vecina que queriendo emular los chiringuitos malagueños se puso a espetar sardinas en el patio, dando sahumerios a la colada de mi parienta, la cual regaló a la vecina con grandes recuerdos de sus antepasados.
En fin, que ante tanta animadversión que presentan los paisanos de Morón a los humos varios, no debía de ser menos cuando ese humo provenga de la quemazón de algún difunto conocido o no, por lo que yo de buena gana me solidarizo con ellos en llevar el susodicho quematorio lejos de donde pueda molestar a estos mis paisanos. Y de paso, propongo a quien quiera escuchar, si no estaría mejor ubicado allá por la parte de El Fontanal, junto a un hotel que hay, o al lado de un chalercito que tenemos junto a este, que me supongo que a la gente a la que pertenecen, ya que se han dado tantos humos durante ocho años, un poquito más no le haría el más mínimo daño, o a lo mejor sí.
Atentamente,
El niño Gilena
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