Estimado Pueblo:
Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.
Te traigo hoy otro personaje para dejarlo impreso en la piedra de la memoria, ya que por sus cualidades o por la falta de las mismas, quedará marcado en el cuadro de esos paisanos que, sin ser ilustres o sin merecerlo, pasan por la historia de tus calles.
Supongo que si te digo Paco Narvaez Calle o Miguel Narvaez Calle pocas imágenes vendrán a tu retina, pero si en mi descripción te incluyo la imagen de dos personajes descamisados al estilo literal, deambuladores eternos de bares y tabernas, pedigüeños empedernidos de cigarros, cafelitos, euritos, candelas y cosas varias, y a todo este gazpacho le arreamos con una cancioncilla repetitiva a la hora de medrar, quizás entonces te quede claro a qué tipo de pájaros no referimos hoy.
Pues sí, señor, que sin ser naturales de las islas afortunadas, ni tener el vello canto que distingue a tan amigable ave, se les fue otorgado ese tercer apellido moronés, por el que son temidos por algunos, burlados por los más y respetados por pocos.
Quizás la próxima vez que los veamos, y metámonos todos, podríamos ser, por lo menos, algo más respetuosos ante la imagen de lo que entre algo de enfermedad, mucho de dejadez y una buena dosis de incompresión, forman esta dupla de bufones mal pagados, a los que en la vida les ha tocado la cruz de la moneda.
Atentamente;
El niño Gilena
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