Que me perdone mi gente
por haberme "olvidao"
de lo que en un siete de noviembre
en Madrid había "pasao".
Todo comienza en Las Cabezas de San Juan
un pueblo de Sevilla
donde en mil ochocientos y veinte
se alza en armas exaltado
un asturiano valiente.
Con sueños de libertad
se levanta la noble Villa
y al mismisimo Fernando
hacen temblar la canilla.
Proclaman la Constitución
de mil ochocientos y veinte.
Cuanta pena de pasión,
cuanta pena de gente.
Ya se llevan a Riego
por las calles de Madrid
y no hay español con redaños
de meterse en esta lid.
Ya lo llevan arrastrando,
un siete de noviembre del año veintitres
y ni cinco, ni cuatro, ni tres,
sólo un burrito pequeño
amarrado por el pie.
En la plaza de la cebada
a la horca lo han subido,
por la orden de un Borbón,
qué de Dios se cree el hijo.
Su cabeza también cercenada
hacia el sur viaja
para que no olviden en Andalucia
quien en España manda.
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