Aunque no lo parezca, con este título
quiero hacer un pequeño juego de palabras y así introducir el tema
que hoy vengo a tratar.
En primer lugar, quería evitar el uso
de la palabra “cojones” y perdónenme ustedes, pero es lo que
tienen algunos a la hora de afrontar lo que la vida les depara cada
día y en segundo lugar, porque esta entrada va de tapones. Sí
señor, de tapones de plástico, unas diez toneladas, tapón arriba,
tapón abajo.
Cuando la pasada Semana Santa estuve
por Morón, en casa de mis padres, tuve la primera noticia de algo
relacionado con los tapones para Adrián. Fue cuando tras acabar una
botella de agua y disponerme a tirarla a la basura (mi madre no tiene
lugar específico para reciclables por más que le digo) se dio la
siguiente conversación:
-“Niño, no tire er tapón que lo
ehtamo huntando”.
-Y eso, “momá”.- Dije yo extrañado
con el tapón en la mano.
-“Po pá un niño que hay en Morón
que está malito y no puede andá y hay que ayudarle!!”
-Pues nada, venga la bolsa y ahí va el
tapón.
Sencillo gesto aquel, cargado de más
significado del que pudiera parecer a simple vista.
Por un lado el significado de cómo la
gente sencilla, la gente de la calle, vecinos todos en definitiva, es
capaz de hacer cosas en solidaridad con aquellos que lo necesitan.
Puede ser algo tan simple como guardar un tapón de plástico o tan
comprometido como aportar dinero en una cuenta, gesto éste de gran
envergadura para una familia trabajadora y por supuesto digno de
elogio. Incluso acudiendo a eventos que se puedan organizar para
obtener fondos, como el que se celebró hace poco en Morón y por lo
que puede oír en Radio Morón fue un gran éxito. Por eso no puedo
más que decir “OLÉ!!” por la gente de mi pueblo. A ver si
aprenden esos que manejan los dineros del personal y se deciden de
una vez a invertir en investigación entre otras cosas útiles y no
en lo que todos sabemos.
Por otro lado, lo que significa el amor
de unos padres hacia su hijo. El amor incondicional demostrado con la
lucha diaria, con la valentía y la constancia. Con la disposición a
hacer cualquier cosa para mejorar la vida un hijo, para mejorar una
parte de nosotros mismos. Dar a ellos todo, sin esperar nada a
cambio, excepto una sonrisa, un beso y una alegría infantil,
“OLÉ!!”, por ellos también.
Interesándome por el tema, he visto a
muchos padres como los de Adrián, qué en este erial que tenemos por
patria, tienen que echarle a la vida un buen par de tapones para
sacar adelante a sus hijos, para que puedan vivir con la mayor
normalidad y dignidad posible. Todos aquellos padres, que haciendo un
alarde de amor infinito, luchan como berracos para paliar los efectos
de esas enfermedades que llamamos raras y que como no es rentable
investigar sobre ellas, quedan relegadas al olvido absoluto por
gobiernos, industrias farmacéuticas y medicas e instituciones (salvo
excepciones tan raras como las enfermedades).
Esos padres que tienen que hacer lo
imposible para sacar dinero por donde sea, incluso para subvencionar
ellos mismos las investigaciones, como el valenciano Josele Ferré,
que corre el tío maratones empujando el carrito donde va su hija,
aquejada de síndrome de RETT o como los padres de Aitzina de
Vitoria, qué luchan por obtener fondos para la investigación de la
enfermedad de ATAXIA-TELANGIECTASIA (no sé ni pronunciarlo). O como
la familia de Aitana de Tarazona, o como… En fin, no acabaría
nunca.
Así que con estas líneas me gustaría
dar mi pequeño homenaje y mi gran admiración a los padres de Adrián
y a él mismo, para que sigan siempre adelante con ánimo y valentía.
( Entrada publicada en Cartas al Director de DIARIODENORON)
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