Estimado Pueblo:
Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.
En estos días en que la otoñada calma las temperaturas de la
canícula y las tardes empiezan a robarle claridad al día, gusto, siempre que
puedo, desplazar mis paseos a la capital, y rememorar aquellos viajes antiguos
de mi niñez, descubriendo junto a mis amigos rincones y callejuelas,
percibiendo sonidos y colores de antaño y alejarme de esas nuevas y horteras
sustituciones de plazas de abastos del vestir y gastar sin necesidad, que son
los centros comerciales. Pues eso, andando yo por una de esas callejuelas que
seguro conocerás, empecé a escribir en el atril de mi cabeza esta prosa sin
rima que seguro te trae algunos recuerdos:
"La guitarra riega el callejón con sus melancólicas notas
mientras la fuente en la esquina le hace compás de agua y la siempre callada dama de noche le regala un aplauso de
olores dulzones. La alfombra empedrada de la callejuela recoge el paso sin
prisa del que mira sin mirar y enriquece sus sentidos mientras los espejos
blancos de cal con zarcillos de malvas rojas rezan un piropo callado lento y
añejo. El tiempo se vacía despacio, sin ganas de matar la otra hora, anclado por
sol y sombra, anclado por sombra y sol, y en la corta lejanía la señora siempre erguida me envuelve en un soniquete
de campaniles dándome la bienvenida. El acompasado traqueteo de un coche de
caballos parte el silencio en dos mientras el trino de los gorriones forcejea
por abrirse paso en este coro melancólico de bucólicas imágenes.
A lo lejos, una voz sin nombre eleva al viento una copla añeja
sin esperar ser escuchada, sin esperar ser regalada con palmas ni oles, solo es
una pincelada mas de ese lienzo insuperable de Sevilla."
PD. Dedicada a aquellas visitas a Sevilla de nuestra niñez
donde detrás de cada rincón nos esperaba una sorpresa y una emoción.
Atentamente;
El niño Gilena
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