Estimado Pueblo:
Espero que al recibir
la presente te encuentres bien, yo bien,
gracias a Dios.
Aprovechando el respiro
que las cabañuelas nos daban en este verano de horno panaero, decidimos mi
amigo Carlos y el que suscribe darse una “güertecita” bicicletera por los andurriales
cercanos a la sua de Morillo con lo que, con más ganas que fuerzas, cogimos Fontanal
adelante, charlando entre pedaleos sobre si el agujero de la sierra, que no paraba
de mirarnos, estaba más grande que el año pasado, o por lo menos eso me parecía
a mí.
Total que tras muchas “güertas”
de piñón y girar en el cruce de El Coronil nos dispusimos a entrar por aquellos
carriles jalonados de eucaliptos y cardanchas, cuando por el rabillo del ojo me
dí cuenta que una de las puertas laterales de la venta Campanita estaba abierta
de par en par con lo que, picado por la curiosidad, decidimos acercarnos a
comprobar de primera mano el abandono de aquel lejano centro gastronómico de la
tostada con manteca. Sorpresa morrocotuda al comprobar que si malo estaba el
exterior, el interior no distaba mucho de una mezcla entre osera asturiana y
chatarrería de las “tresmil”.
Tras un paseo por sus
ya desvencijadas dependencias y otro poco de huroneo por los exteriores de la
misma, sentí una punzada entre dolor y nostalgia que supongo que los que cargan
como yo más de cuarenta primavera podríamos compartir, ya que vinieron a mi
memoria los desayunos con mi padre entre charlas de cacerías, las merendolas
domingueras con un porte de pasteles traídos de la calle Nueva, la espera
aburrida para coger el columpio o la recompensa del balanceo continuado hasta
que alguien con más o menos buenos modos te ponía los pies en la tierra. Quién
no ha jugado con los perrillos rateros que por allí pululaban o ha recogido
caracoles mientras sus padres se solazaban con la pitanza.
En fin, que con estos
recuerdos en mente le volvimos las jorobas a las camellas y con peor paso del
que traíamos dijimos hasta siempre a la venta Campanita, que Dios tenga en su
gloria. No obstante, y no se si sería mi imaginación, al alejarnos pareciome
escuchar una voz en la lejanía que exclamaba la siguiente sentencia:
……Pachanga valiente que
nadie te gane……..
Atentamente;
El niño gilena
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