Las ferias del Anchoa.
Pues sí, llega por fin una feria más y otra que me voy a
perder, pero bueno, yo sé que mis amigos se tomarán alguna que otra manzanilla
a mi salud y además ya me han empezado a enviar fotos del montaje de la feria y
que recuerdos me traen.
Pero quería aprovechar estas fechas para dedicarlas al que
fuera un casetero como ninguno, aunque ahora la feria ni la pise. Durante
veintitrés años consecutivos montó
caseta en la feria, aquella que seguro que los de mi generación
recordarán. Los que fuimos niños en los
70 y 80, seguro que pasamos por la caseta de la fábrica de cementos, la de
Cementos del Atlántico, la que organizó “el Anchoa”, mi padre.
Muchos pasaron por aquella caseta para trabajar y sacar
algunos dineros que ayudaran en la economía familiar, pero ninguno estuvo de
forma ininterrumpida desde su fundación hasta la que no se montó más.
Esos compañeros de la fábrica que se juntaban al terminar
agosto para empezar a preparar y luego para levantar la caseta. Cuantos nombres
me vienen a la memoria ahora, que junto al “Anchoa” se juntaban para trabajar,
Manuel Ramos, mi cuñado Antonio, Berenjeno, el Litri, Plata, Zambrano, hasta yo
muchos años trabaje en la caseta cuando fui joven. Nombres de compañeros de mi padre que pasaron
por tantas ferias y que yo observaba con admiración, pues los veía fuertes y resolutivos, al tiempo que
reían en el trabajo duro que se concentraba en tantas tardes de calor.
Hubo años buenos y otros no tantos e incluso alguno con
peligro de desaparecer, pero el tesón del Anchoa lograba que saliese adelante
un año más. Hasta que un año mi padre dijo que estaba ya cansado y las ferias
eran ya diferentes, así que se terminó.
Muchos y gratos recuerdos tengo de aquellas ferias, en las que
todo era más simple y sencillo. Tiempos en los que la fiesta se vivía mucho de
día, a otro ritmo.
Sea como sea, hoy dedico mi cavilación a mi querido feriante,
a mi padre, “el Anchoa”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario