Estimado Pueblo:
Espero que al recibir
la presente te encuentres bien, yo bien,
gracias a Dios.
Andaba yo esta mañana desayunándome una rebanada de pan de
kilo tostadita con aceite verdoso y picón en el bar del Moral, entre los pagos
del Pantano y el Rancho, cuando apareció ante mí una imagen que creíame yo que
había sido devorada por el tiempo. Era la de un carrito de niño chico semi
desmontado, con un cajón de pollos muertos de Tomas Guerrero por soporte y
cargado de mil y un cachivaches de colores, baratijas, juegos de
destornilladores, una linterna gorda de pilas y un transistor con cajita de
cartón y, tirando de la singular carga se encontraba un moro de poblado bigote,
nariz aguileña y cara curtida por los soles. Antes de poder salir de esta sorpresa,
una cancioncilla salió de la boca de aquel hombre que me hizo retroceder a los
albores de mi juventud, y es que con una mirada franca y una medio sonrisilla
de lado, el personaje en cuestión se dirigió a mí con un “TODO BARATO PAISA”.
Ante mi falta de reacción, el seguidor de Mahoma se acercó a mí viendo en mi estupefacción
la posibilidad de endosarme alguno de los aparatejos con los que cargaba su
improvisada tienda rodante. Después de mil y una insistencias y unos pocos de “dime
que quere paisa” el hijo de Alá se dio
cuenta que no estaba yo por la labor de comprar nada y con un “hasta luego
paisa” siguió empujando su improvisada tienda hasta otra mesa donde unos ya
conocidos empezaron con él una animada charla.
Al pasar el rato y mientras veía perderse con paso cansino
por la calle arriba al tendero magrebí me quedé reflexionando en una de las
frases favoritas de mi padre:
Lo que hay que hacer pa comerse un “guevo” frito.
Atentamente;
El nilo gilena
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