11 septiembre 2025

LA RANA Y EL ESCORPION

 

Estimado pueblo.

Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo no me quejo.

 

El pueblo despierta temprano, como siempre. El gallo que nunca supo de ideologías canta lo mismo a ricos que a pobres, a rojos que a azules. El sol se abre paso por La Atalaya como cantaba gente del pueblo, y en el moral se reúnen los de siempre, los que tienen la piel tostada no por gusto, sino por jornal.

Durante generaciones, aquellas tascas de aguardiente y tabaco fueron tertulia de izquierdas. Allí se hablaba de reformas agrarias, de sindicatos, de la injusticia eterna que heredaba el hijo como se hereda la tierra sin escrituras. Pero ahora las voces han cambiado de tono. Donde antes sonaban las palabras de la igualdad, hoy se escucha un “ESO LO ARREGLA VOX”.

El jornalero, que antes confiaba en la pintada y el mitin, mira ahora a otro lado, buscando lámparas de Aladino, culpables concretos y promesas con acento distinto. Se radicaliza no por ideología, sino por cansancio. Porque la política que le prometía pan le dio discursos, y la que prometía justicia le entregó papeleo.

Así, en Retamares, entre el vino y los “chochos”, los viejos rojos empiezan a soltar frases que hieden a derechas. Y no es traición, ni siquiera conversión: es “jartura”, es la desesperación vestida de voto.

El pueblo de Morón, que lleva siglos doblando el espinazo sobre la tierra ajena y patios de bocoyes, se dobla ahora sobre sí mismo. Se pregunta para sus tripas qué fue de la izquierda que hablaba su mismo idioma, y por qué los nietos de los del jornal miran con simpatía a quienes sus abuelos maldecían.

Y al final, entre olivares y pipitas, lo que queda es la paradoja de un jornalero de manos encallecidas levantando la “vox” por banderas que nunca lo defendieron. Como si en este sur, donde la memoria debería ser un arado, el tiempo hubiera conseguido lo imposible: que la semilla brotara en otro surco, lejos de aquel que la sembró.

A razón de esto me viene a la memoria el cuentecillo de un Jornalero sin salario de hace 26 siglos llamado ESOPO que narraba lo siguiente.

 Un escorpión, que no sabe nadar, pide a una rana que lo lleve en su lomo para cruzar un río. A pesar de la negativa inicial de la rana por temor a ser picada, el escorpión la convence argumentando que ambos se ahogarían si él la picara. Sin embargo, a mitad del río, el escorpión la pica, y ante la pregunta de la rana, responde que es su naturaleza y no pudo evitarlo, muriendo ambos ahogados.

No te digo “na”.

Atentamente;

El niño Gilena

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