Estimado Pueblo:
Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo de luto.
En
un pueblo de cal blanca
calló
la voz de la sierra,
se
apagó la vieja lumbre
que
en tus manos siempre ardiera.
La
guitarra está en silencio,
duerme
rota en la alacena,
como
si esperara aún
que
tus dedos la despiertan.
Las
campanas en San Miguel
repican
hondas y lentas,
y
el eco sube al castillo
con
tristeza verdadera.
Los
gastoreños en los patios
lloran
tras celos y rejas,
y
el jazmín tiembla de pena
al
morirse en la maceta.
Tu
compás, Diegito mío,
quedó
grabado en la tierra,
y
tu rasgueo en el aire
se
hizo copla y se hizo estrella.
Ya
no habrá quien ponga fuego
al
cante cuando se quiebra,
ni
quien arranque del aire
soleares
y falsetas.
Mas
tu nombre va en el viento,
cruza
olivares y vereas,
y
en cada niño que sueña
tu
guitarra se recuerda.
Descansa,
Diegito amado,
bajo
la tierra callada;
que
tu duende sigue vivo
donde
suena la guitarra.
Atentamente;
El niño Gilena.
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