24 diciembre 2025

FELIZ NOCHE BUENA PAISANOS

 


Estimado Pueblo.

Felices pascuas y salud para todos.


En esta noche buena, clara y antigua, quiero desear lo mejor a todos mis paisanos.

A los de siempre, a los de nombre conocido y paso heredado, y muy especialmente a los nuevos paisanos que han elegido por gusto o por fuerza este rincón de Andalucía para vivir.

Dicen en los mentideros de “Retamares” que llegan desde Asia, África, América y desde algunos rincones de Europa donde el frío aprieta más que el silencio y el hambre duele más que la distancia.

A todos ellos les deseo que puedan rehacer sus vidas, que encuentren la paz que en sus lugares de origen no hallaron, que puedan satisfacer aquí las necesidades que la tierra donde nacieron no supo o no pudo darles.

Quiero agradecerles, en esta noche de luz quieta, que nos ayuden a realizar tareas duras y necesarias, esas que algunos de nosotros ya olvidamos o no queremos mirar de frente.

Gracias por cuidar de nuestros mayores con manos pacientes, por labrar nuestra tierra cansada, por recoger nuestras aceitunas una a una, por mezclar su cultura con la nuestra como antes nosotros, sin saberlo, la mezclamos en otras tierras de ultramar.

A mis paisanos de toda la vida les deseo lo mismo que deseo para mí:

La salud firme de un roble, el amor hondo de una madre y la amistad limpia de un chiquillo.

Pero este año, además, les pido algo más.

Que a esos otros paisanos los que vienen de lejos les tiendan una mano cuando la necesiten,

que los hagan partícipes de lo bueno de esta tierra, de su pan, de su palabra y de su sombra.

Pensad que quien más quien menos tuvo un abuelo, un tío o un padre en aquellas frías tierras de Alemania o Austria, arreglando motores de combustión, o cogiendo uvas en Francia, soñando con volver.

Y me gustaría que hoy, en esta noche en que todo se parece al origen, tratemos a los que están como si fueran aquellos que se fueron.

Atentamente;

El niño Gilena


22 diciembre 2025

NAVIDAD 2025

 

Estimado Pueblo.

Espero que hoy que ya estamos en navidad te encuentres bien, yo no me quejo.

Hoy, día del sorteo de la lotería, para mi empieza la Navidad.

No antes. Nunca antes. Por mucho que los tenderos y los taberneros la adelanten, por mucho que las luces se enciendan cuando aún no hace frío, la Navidad no llega de verdad hasta hoy. Llega cuando el aire muerde un poco y el silencio de la tarde parece más hondo.

Hoy empiezan en el pueblo las copitas de aguardiente, los roscos de vino, ese “tómate una copita” dicho despacio, como se dicen las cosas que importan. Empieza la Navidad de entonces, la que ya no vuelve, la que vive sólo en la memoria.

Vuelve la Navidad de mi niñez, con las misas del gallo largas y frías, el pavo de Nochebuena, los nacimientos hechos con cajas viejas y papel de plata, los belenes que olían a corcho húmedo y a paciencia. Una Navidad sin prisas, donde Papá Noel era un desconocido y los regalos tenían menos brillo, pero más espera.

Las uvas se tomaban frente al reloj de Losada, en el campanil del ayuntamiento, que marcaba el cambio de año con una gravedad solemne, como si supiera que el tiempo era algo serio, pero con besos abrazos y deseos después del duodécimo canto de la campana.

Era una Navidad de pocas comidas de empresa, de aguinaldos pequeños, de una caja de mantecados de Estepa guardada como si fuera oro, cuyos polvorones de limón, duros y fieles, llegaban hasta Semana Santa, cuando ya nadie hablaba de frío.

Era, sobre todo, una Navidad de familias grandes. De abuelos,  tías, primos, y algún vecino que entraba en casa sin llamar, con una botella de Fundador, para brindar con mi padre. Brindaban por el año que se había sudado, por el trabajo y el cansancio, y por el que venía, al que había que enfrentarse con lo poco que se tenía y con lo mucho que se esperaba.

Hoy empieza la Navidad.

Y empieza también esta melancolía dulce, este volver sin volver, esta forma de recordar que duele un poco, pero abriga.

Atentamente;

El niño Gilena