Estimado Pueblo.
Felices pascuas y salud para todos.
En esta noche buena, clara y antigua,
quiero desear lo mejor a todos mis paisanos.
A los de siempre, a los de nombre
conocido y paso heredado, y muy especialmente a los nuevos paisanos que han
elegido por gusto o por fuerza este rincón de Andalucía para vivir.
Dicen en los mentideros de “Retamares”
que llegan desde Asia, África, América y desde algunos rincones de Europa donde
el frío aprieta más que el silencio y el hambre duele más que la distancia.
A todos ellos les deseo que puedan
rehacer sus vidas, que encuentren la paz que en sus lugares de origen no
hallaron, que puedan satisfacer aquí las necesidades que la tierra donde
nacieron no supo o no pudo darles.
Quiero agradecerles, en esta noche de luz
quieta, que nos ayuden a realizar tareas duras y necesarias, esas que algunos
de nosotros ya olvidamos o no queremos mirar de frente.
Gracias por cuidar de nuestros mayores
con manos pacientes, por labrar nuestra tierra cansada, por recoger nuestras
aceitunas una a una, por mezclar su cultura con la nuestra como antes nosotros,
sin saberlo, la mezclamos en otras tierras de ultramar.
A mis paisanos de toda la vida les deseo
lo mismo que deseo para mí:
La salud firme de un roble, el amor hondo
de una madre y la amistad limpia de un chiquillo.
Pero este año, además, les pido algo más.
Que a esos otros paisanos los que vienen
de lejos les tiendan una mano cuando la necesiten,
que los hagan partícipes de lo bueno de
esta tierra, de su pan, de su palabra y de su sombra.
Pensad que quien más quien menos tuvo un
abuelo, un tío o un padre en aquellas frías tierras de Alemania o Austria,
arreglando motores de combustión, o cogiendo uvas en Francia, soñando con
volver.
Y me gustaría que hoy, en esta noche en
que todo se parece al origen, tratemos a los que están como si fueran aquellos
que se fueron.
Atentamente;
El niño Gilena
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