Estimado Pueblo:
Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, a Dios
gracias.
¿Qué es un año? 365 días, 4 estaciones, mil y pico comidas, 200 siestas,
momentos, charlas, paseos, algunas copas de vino, un rato en La Carrera…Un año
es más que eso, un año es lo que ya no es. Y es que hace un año, tal día como
hoy, perdí algo que ya no podré recuperar. No fue la mejor persona del mundo,
como cualquier hijo de vecina venía con los defectos de fábrica que todos llevamos
encima. Tampoco fue el más listo ni el más cariñoso, pero te puedo asegurar: no
fue un mal tipo.
Amante de la buena mesa y hasta de la mala, como dirían los menos puntillos,
se comió todo lo que le pusieron por delante, por el lado y por detrás. Aún
recuerdo esa anécdota, donde en un restaurante en la Malagueta, el dueño le tocó
las palmas al verlo embucharse una mariscada para cinco sin decir ni “aproveche”,
a lo que el honorable mesonero le dijo con esa gracia propia de nuestra tierra:
“Maestro, tiene usted cojones de comerse la Malagueta con picaore y to”.
La cervecita mu fresquita, el Rivera atemperao, la manzanilla de Sanlúcar
como no podía ser de otra manera y si se le atascaba alguna comida entre cena o
merienda voluptuosa, un traguito de CARDHU sin hielo ni refrescao, para
desatascar las cañerías.
Apasionado de su “Beti manque pierda”, se vanagloriaba de haberlo visto en
tercera y de haberse paseado por las calles de Londres para verlo contra el Chersi,
¿quién es el Chersi?, como decía “Don Manué”.
El cante le gustaba con compás, alegre y festero, nada de soleares ni seguirillas
que empañen el alma con penas y desamorios. Prefería las bulerías de su amigo “Nano
de Jerez” y la guitarra con el compás de Morón, alegre y acaballá, como mandan
los cánones de nuestro pueblo.
Le gustaba vestir bien, aunque la percha dejó de acompañarlo en cuanto su
compañera, el hambre, no lo dejaba caminar solo. Eso sí, no faltaba ni un
domingo de Ramos con traje de sastre, corbata regalada y pañolito prestado de
pasear el palmito o, mejor dicho la palmera, en pos de la primera de las cofradías,
pues, aunque rojillo más tirando a la izquierda que a la derecha, la Semana Santa
le gustaba más que un chuletón de kilo y cuarto.
Apasionado en la política como en el futbol, cabezón como él solo,
repetitivo en el contar de historias, no se si por que se le olvidaban a él o
porque no se le olvidaran a los demás.
Amante de los animales, a su estilo, claro. Supongo que allá donde esté
campeará con su “Cuqui” o su “Gadafi” o a lo mejor con su callada “Taranta”, en
pos de algún conejillo pa la cena de mañana. Pero claro, él me decía que el
animal más bonito, más cariñoso y el que mejor le caía era la perdíz……sobre
todo con arroz.
Me hubiera gustado enseñarle algunos sitios más porque no era mal viajero,
le gustaba mezclarse con las gentes del lugar, donde contaba las mil virtudes
de su tierra mientras disfrutaba de los frutos de la vid de las otras.
En fin, hoy hace un año que me estoy perdiendo todo esto, hoy hace un año
que sus últimos recuerdos yacen en lo más alto de la sierra de San Juan, donde
una bonita vista lo acompañará por el resto de la eternidad.
No fue el mejor de los hombres, ni el más listo ni el más cariñoso,
simplemente fue mi padre.
Atentamente,
El niño gilena
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