Estimado Pueblo:
Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.
Sí "señó", ya estamos de nuevo en el mes que a treinta no llega. La pregonera todavía en el campo espera bajo el relente que el escardillo vaya a arrancarla de su invernal morada, para que entre ajos, aceite, pan duro y pimentón se vista de gala para hacer los honores de traer la llave del carnaval allá por las esquinillas de los Caños de Aranda.
La Carrera se engalana con sus pocas fuerzas y menos ganas para recibir las voces acompasadas de moroneros y moroneras al compás del tres por cuatro, mientras se recuerda con nostalgia el sahumerio bendito de los potajes de Carmela. Los letristas afilan las espadas de sus plumas para sacar el jugo mas entrañable con el que sacarnos una sonrisa, robarnos una lágrima o pedirnos un ole. Las miserias se dejan a un lado mientras pitos, cajas y bombos se acompasan en amistad ante un plato de papas aliñadas, con lo mejor de esta tierra a la "entrá" de La Alameda.
El Rancho, El Pantano y Santa María vierten con alegría sus caldos de coplas para emborrachar a los paisanos de esa contagiosa algarabía que se lleva los problemas por unos días.
Pregoneros populares que con sus saetas laicas ponen en sus sitio al mas pintao por mucho poder, dinero o fuerza que interponga en el camino, con el valor del que mucho pierde si se calla tres verdades.
Color, sonido y copla para ajustar cuentas a un año que ya pasó con mas guantás que caricias, para ponernos durante una semana un arco iris de alegría que despeje los nubarrones que nos encapotan.
Por todo ello, desempolvo mi máscara y brindo de corazón por todos los que hacen esta semana grande donde Don carnal reina con alegría por las calles de mi pueblo.
Atentamente;
El Niño Gilena
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