Estimado pueblo;
Espero que al recibir la presente te encuentres bien, yo bien, gracias a Dios.
En estos tiempos que corren, la imagen viene siendo fundamental. Pero no la externa o la que podemos llevar puesta, que ésta ya quedó marcada en el libro de la historia con el escueto y excluyente dicho de "cómo te vea el hato así te trato". La imagen a la que yo me refiero es la que en el interior de cada casa de tus parroquianos viene a presentarse o por lo menos la que quedó en mi memoria antes de que las palabras "tendencias decorativas" fuera usada tan ligeramente.
La decoración que podía verse en mis años mozos era igualitaria en todas las viviendas que yo visité, pues entonces solo había una moda: la moda moronensa.
Como ejemplos de esta decoración haré memoria o, mejor aun, si alguna vez tornas a desplazarte a casa de algunas de nuestras madres o abuelas, podrás ver lo que ahora expongo.
En pricipio en muchas de las casas, podía verse un letrerillo (fuese de madera o de azulejo) dandonos la bienvenida con la siguiente leyenda: "Dios bendiga cada rincón de esta casa".
Normalmente, después se solía pasar a la salita y en esta empezaba lo gordo: podianse contar mas de 25 cuadritos de todas las clases y tamaños y casi todos con el mismo tema: FOTOS, sí, fotos de abuelos, abuelas, bodas, primeras comuniones de nietos con un mes, con un año, con año y medio, en fin, fotos. Ah y si nos fijamos bien alguna de ellas siempre lleva incorporado en su parte baja una estampita del Cautivo, Fray Leopoldo o Nuestro Padre Jesús. Si bajábamos la vista de las paredes, lo que más nos llamaba la atención eran cómo los pañitos de croche, compañeros siameses de brazos de sofás de escai y, si almidonados, decorativos tapetes para el calentador, el cual, ya que lo mentamos, siempre dispone de algo en medio llamado "centro". Sí, eso que hay que quitarlo siempre para poder comer o para ver la tele si te echas un poquillo. La parte fundamental de la decoración se solía colocar frente al sofá y este se denominaba: mueble -bar. Aquí se encontraba lo más gordo, ya que podíamos dividirlo en dos componentes: la zona tele, la cual disponía normalmente de dos, tres o más figuritas en su parte superior y estas solían ser de temas muy españoles (Torito, gitanita o la muñeca de la mili).
En derredor de la tele que ocupa la perte central, podemos divisar varios temas: el primero son los recuerdos, sí, los recuerdos: el platito con la frase recuerdo de Valdelagrana, el palillero recuerdo de Fuengirola, o el porrón que trajo el niño cuando estuvo de viaje de fin de curso en Salamanca. En las baldas superiores hayabanse los libros, y métolos como decoración, pues se compraban según lo llamativo que fuesen, es decir, normalmente rojos de esos de: "Dime ¿cómo es?", "Dime ¿dónde está?" o "Dime ¿quién lo hizo?.
Siempre en una puertecilla que se dipone en apertura vertical, se guardan los licores, los cuales tambien muchos son decorativos, como los que tienen cabeza de farahona, licor con hiervas de Ibiza o Idolo Tolteca.
Una vez terminado el paso por la salita, metiamosnos las menos veces, en el salón o la cámara del tiempo, ya que estaba 15 años después en la misma posición que el paisano lo compró en casa de Sevillano y Mulero, eso sí, también con pañitos de croche, centrito y tapiz de ciervos en caceria.
Pasabamos después a la cocina, en la que lo más destacable era el armanaque, que podía ser de santos, de propaganda o el que traía la caja de mantecaos de la navidad anterior. Una cosa muy importante era el platito en medio de la mesa de la cocina con su búcaro sin vidriar en lo alto y en éste, lo mas destacable era el calcetincito de punto que soliase ponerle en el agugero gordo.
En el dormitorio de los niños, el cual estaba presidido por el Corazón de Jesús en un cuadro con la leyenda: Dios es Amor y las camitas nikeladas con un cojín cada una, hechos de punto de colorcitos. Lo único que podía aportar el niño que allí dormía solía ser un poster normalmente de Bruce Lee con sus respectivos arañazos o el de los Pecos si eran chicas.
El dormitorio de los padres venía a pasarle lo mismo que al salón, solo que se le había añadido un crucifijo grande en la cabecera de la cama y un niño Jesús de escayola que se solía poner encima de la misma.
Si tenías que pasar por el baño o "er bate", lo único que podías observar eran los botes de colonia gastados con formas inverosímiles que no se tiraban porque hacía bonito.
En fin, quizás eso es lo que se me ha quedado en la memoria de las muchas visitas que hice a casas de amigos y familiares y a esta decorativa forma de habitar en tus calles me he permitido nombrarla como: Barroco Morones.
Atentamente;
El niño Gilena.
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