Estimado pueblo:
Espero que al recibir la presente te encuentres bien, yo bien, gracias a Dios.
Recuerdo que cuando yo era chaval, mi padre nunca fue de darme rienda larga en las horas nocturnas, siempre gustaba de tener al rebaño recogido cuando la luna estaba alta, sentenciando con una de sus refraneras frases: "La noche pa los lobos" . Y precisamente de eso quiero hablarte, de un lobo bueno que recorría tus calles sobre todo noches tan señaladas como la que se avecina, pues nos caemos hoy de bruces en la onomástica de Pepes y Pepas.
Pues bien, en noches como las que te digo y no antes de que la tranquilidad y el silencio se apoderara de tus barrios, este buen lobo nocturno hacía de pajecillo de algún padre o marido enamorado para regalar a los oídos del silencio nocturno con cualquier melódica cancioncilla salida de su acordeon. Aun recuerdo cómo en aquellos tiempos, mi madre en el día de Santa Ana, salía orgullosa al balcón de la calle Espíritu Santo, sintiéndose la protagonista de aquella película en blanco y negro donde, cual Sofía Loren en la Fontana de Trevi, sabía que eso era para ella y que ese momento era suyo.
Cuántos buenos momentos deberán nuestros padres a ese trobador de onomásticas y cumpleaños, o más aun cuántos de nosotros nos deberemos al buen toque de ese acordeon que ablandaba el corazón de nuestras madres y ponía el punto inicial perfecto a una bonita noche de romance.
Lo único que me escuece es no conocer el nombre de aquel que tantos regalos llevó a una y otra morada. Solo pude averiguar que no murió rico pero sí generoso de saber cuántas sonrisas y gracias le tiraron desde los balcones.
Ya suena la serenata
bajo el ala del balcón.
Ya viene a traerte alegría
para celebrar tu día,
el tío del acordeon
Dedicado a quien por tan poco llevo tanto.
Atentamente;
El Niño Gilena.
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