14 julio 2010

ULTIMAS VOLUNTADES

Estimado Pueblo:

Espero que a la llegada de la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.

En el día de hoy no quiero contarte nada de lo actual o pasado, sino de lo que tendrá que pasar (más tarde que pronto, y Dios lo quiera) ya que en este barrio de Dios nadie se queda "pa" simiente. Me explico:

Conociéndome como ya creo que me conoces y siendo de natural costumbrista, no quiero que mis últimas voluntades sean trucadas en saco roto, por lo que te detallo en estas líneas de la formas y maneras en las que, a ser posible, me gustaría marcar el protocolo del último día en que me diera el sol:

Para empezar me gustaría terminar mis días en mi casa, a ser posible en mi cama, con extremaunción dada por un cura con sotana, óleos y cantos latinaceos. Una vez fumada la última calada de la vida, avisad a una de esas mujeres que en todas calles de pueblo hay y que se tildan de saber amortajar de sevillanas maneras a aquel que esté predispuesto. Para ello, como he repetido en muchas ocasiones a mi querida María, en mi parte del ropero se encuentra mi camisa blanca de algodón Egipcio, mi traje gris marengo de lana, la corbata negra (a ser posible nudo Windsor), el cinturón y los gemelos del mismo color y dentro del zapatero siempre guardo un par de zapatos sin estrenar por eso de que en decúbito supino las suelas no se vean desgastadas. Una vez pintado de esta guisa y, no antes de haber dado un repasito a barba y bigote si los hubiera, pues pelo te aseguro que no, me gustaría enfundarme un buen traje de carpintero a poder ser de nogal (siempre me gustó el olor de esta madera).

En cuanto al velatorio, que por supuesto sería en mi casa, que se preparen grandes cantidades de café de pucherete, una botella de aguardiente (si mi padre me la deja en herencia, la de anís de El Coral) y una botella de Fundador para los mas envalentonados. Ni que decir tiene que se podrá fumar mientras tabaco no falte.

Si hablamos de la misa (porque será misa, nada de responsos de diez minutos), entrada a hombros, salida del mismo modo y misa con lloros y "ays" de tres cuartitos de hora.

En mi penúltima morada que se me aloje con la familia, como tiene que ser, en el sitio que mi abuela Pepa pagó a ditas con su escuálida paguita de las clases pasivas.

Solo pido que en mi lápida, aparte de las plantillas tontonas que tienen los marmolistas, se acuñe una de mis frases favoritas, que siempre he llevado como pendón de nobleza en el escudo heráldico de mi mente:

NESCENCIA NECAT.

Atentamente;

El niño Gilena

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