Con la vorágine de las fechas que se aproximan, andan los políticos y gentes del gremio con las hormonas revolucionadas y en algunos casos, pasados de vuelta y en no pocas ocasiones, estos personajes de la no democracia, se empeñan en meterla hasta el corvejón. Pues bueno, pues será tiempo de tener la mente fría y el espíritu tranquilo, sino corremos el riesgo de ponernos a su altura y empezar a perder los papeles.
Como ya te habrás imaginado, amigo mío, me voy a referir hoy a las desafortunadas palabras y comentarios del político catalán Duran i Lleida (espero haberlo escrito bien, no vaya a ser que la emprenda conmigo) que por lo visto, para defender sus posturas y reivindicaciones, necesita poner a otras gentes y pueblos a la altura de la bosta, me imagino que para que él o ellos queden en buena postura. Ya todos sabemos lo que dijo y aunque no ha hecho ni disculparse, sigo creyendo que se le fue la pinza, que fue sin querer y sin pensar. No se puede ser tan tonto.
Pero claro, a uno se le empieza a calentar la bilis y se le inflan las gónadas, viendo como siempre, los andaluces somos blanco de toda esta tribu de aprendices de estadista, a los que por lo visto, aunque vivimos a tomar por saco de su tierra y hogares, somos culpables de sus males.
Ya ocurrió en otra ocasión con otro político nacionalista de algún otro sitio. Que conste que nada tengo en contra de los nacionalistas, pues yo también lo soy de mi tierra andaluza, pero para defender mi tierra y su identidad, no necesito ni tan siquiera mentar a otros que nada tienen que ver conmigo ni con mi pueblo y ni me acuerdo de ellos, a no ser en ocasiones como esta. Cada uno es responsable de lo que pasa en su casa y no hay que echarle las culpas al vecino. Creer que los demás son los responsables de nuestros males y no hacer nada para evitarlo, es cosa de cobardes y llorones.
La verdad, no alcanzo a entender por qué siempre se meten con nosotros, como si ellos fuesen mejores. Además siempre acuden al tópico facilón y simplón de que Andalucía es tierra de vagos y subvencionados. Es como si hubiesen olvidado lo bien que les vino a los empresarios catalanes o vascos, la buena y barata mano de obra andaluza. Mano de obra abnegada, trabajadora y callada, acostumbrada a las situaciones difíciles y penosas, sin levantar la cabeza ni la voz. Mano de obra siempre dispuesta a partirse el lomo por un jornal y un trabajo digno, dejando atrás, en ocasiones para siempre, pueblo, casa y familia y te aseguro que el andaluz de eso sabe mucho. Así que como comprenderás, no me hace ni "mihita" de gracia escuchar a estos señoritos de despacho meterse con los míos. Con esto no digo, que cuando en mi tierra se hacen las cosas mal, no haya que criticarlo y denunciarlo a voces, sino todo lo contrario, pues yo soy el primero que quisiera acabar con tanto "aprovechao" que anda suelto, pero señores, seguro que también hay gentuza catalana, vasca o de la madre que los parió.
Por esto y otras cosas, amigo mío, lo mejor es que hagamos las cosas en nuestra tierra como hay que hacerlas, con empeño, trabajo responsable y constancia, olvidándonos de tanto cantamañanas, que para quedar como bueno, necesita crear malos. Hay que ser auténtico y luchador por uno mismo, sin preocuparnos de como lo hacen los otros, que bastante tenemos con lo nuestro. A ver si de una vez nos dejan en paz y que cada perro se lama su pito.
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