15 febrero 2010

De moroneras maneras

Estimado pueblo:


Espero que al recibir la presente te encuentres bien, yo bien, gracias a Dios.


Hoy quiero hacer memoria de esas costumbres antiguas que, por fuerza de verlas, oirlas, sentirlas o padecerlas se han mantenido. Algunas con rancio abolengo entre tus parroquianos y otras por venir de la mano de aquellos que nos dejaron, se perdieron no hace mucho. Pero bien merece la pena tenerlas presentes pues forman parte de esas moroneras maneras de vivir por las que somos conocidos, extrañados y envidiados, en esto y otro lares. Me explico:

Creo que la primera de todas empieza antes de que uno nazca, es decir, cuando dos vecinas que baldeando "er sardiné" comentan que la mujer de menganito o setanito ha hecho compras. Entonces, empieza a activarse la primera moronera costumbre de fijarse en la barriga pa intenta saber si es niño o niña. Posteriormente y mientras avanza la gestación, las más "apañás" del lugar empiezan a fabricar una suerte de toquillitas, naguaos, peleles y patucos, siempre bien diferenciando azul pa los angelitos y rosa pa las angelitas.

Na más la madre ha pario comienza la romería de visitas corraleras en la que es menester de traer un presente y nada de oro, incienso y mirra, qué vá.., latas de melocotones, botes de leche condensada o zumos de naranja y piña.

En la primera salida que tú tienes por la calle siempre alguna parienta de tu madre acercándose con mucho espaviento y a grito pelao, como si le fuera la vida en ello, te masagea la barriga diciendo "oiiiiiiiiii mi chiquiititi que gracioso está, que le voy a comé los cojones...", con lo que de ahí se aclara que tú te vas haciendo a hablar en un tonillo avanzao y a ir metiendo en el vocabulario alguna que otra parte corporea.

Si tiene uno la mala suerte de que le extirpen las amígdalas y, no digo sacar las bolas vaya a ser que haya malos entendidos..., siempre habrá una tía tuya que te traerá media docenita de yogures y algún que otro pinta pinta.

Llega un gran momento: la primera comunión, y a tu madre "la dao" por disfrazarte de marinerito, hombrecito de chaqueta o "peó" todavía: cuello arto y rebequita. Pero no está ahí lo peor, no, sino que en Gomez Teruel te ponen la foto como San Juan de la Cruz, con las manos juntitas y el rosario colgando y encima tu madre va diciendo a todo "er" mundo: "a ve si pasas por er Pozo Nuevo, va a ve qué guapo ha salio mi chiquillo. Como puedes comprobar 30 años más tarde cada vez que entres en el salón de tu casa y tu madre te diga: qué guapo era mi niño.

Te vas fijando en cosas raras que hace tu abuela como poner un palmatoria el día de "to" los santos o encalá el sitio del abuelo el día de los difuntos.

Llega la hora del servicio militar y tu padre como "sa dao" cuenta que ya estas hecho un hombre, por licenciarte de la niñez te regala un cartón de wiston y te deja coger el coche.

La vida sigue corriendo, te casas y tienes chiquillos y empiezas a echar de menos las croquetas de tu madre, las aceitunas que aliña tu padre, lo bien que planchaba la abuela y a darte cuenta que el ditero no era ese señor tan agradable que cantando la cancioncilla de Gordillo venía todos los sábados a casa.

Un día, sin saber a cuento de qué, te está amortajando una vecina vieja que, mientras te pone una camisa blanca, reza un avemaría y en la iglesia de la Victoria, hombres con brazaletes negros, botoncito solapero o, los menos, con un traje, con la gorrilla en la mano esperan tu ultimo adiós entre caladas de cigarros y conversaciones en la que se escucha: qué bueno era...no tenía na suyo.


En fin, así se vive y se muere por aquí, de moroneras maneras, porque como dice el refrán:


Los de Morón como son...........



Atentamente:


El niño Gilena

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