08 junio 2010

"LA CALO"

Estimado pueblo:

Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.

Ya llegó, sí señor. Ya está aquí. Como cada año por estas fechas, y aunque, como siempre, nos empeñemos en decir la repetitiva frase de “esta caló no es normal pa la fecha questamos”, todos los años es lo mismo. Más, cuando yo no soy amistoso con estas térmicas infernales, también traen a mi recuerdo estampas, sabores, olores y ruidos que, por compadreo con la misma, hacen de abanderados de este veranillo de cinco meses impropio de otros lares. Me explico:

Los primeros síntomas de advenimiento de la calurosa criatura podemos percibirla en el ejército de blanqueadores y pintores de brocha gorda que lustran las fachadas de churretes invernales y humedales de lo mismo. Paralelamente, y derivado de la subida del plateado mercurio, manjares como el tomate, el pepino, el pimiento, la “asandia” o el melón empiezan a aparecer por huertos y casas de campo, con lo que con la mezcla de ellos y algo de añaduría, picadillos, aliños y gazpachos, pasan a ser dieta habitual de cada casa de vecino.

Si prestamos atención, o sin prestarla, a los más ruidos que sonidos con que la amistosa estación nos regala, nos daremos cuenta que la chicharra señorea en horas de lo más lustroso del calor añadiendo con su serreño algún gradito al subconsciente del que mira ese campo de pipitas. Si la noche viene al pairo Don José Grillo, que no pepito, juega con nosotros al escondite, dándonos pistas con su CRI-CRI por ver si lo encontramos y podemos quitarnos de la cabeza esa sinfonía interminable escrita con una nota.

Al acabarse el almuerzo tiramos de herencia mora y nos recreamos en el noble arte de la siesta, pero no siesta moderna de dos cuartos de hora escaso no, siesta de toda la vida, de dos vueltas de reloj, de despertarnos por sed o hambre o por no dormir ahora lo que en la noche echemos de menos.

Pero una de las estampas que más me gusta de “la caló” y que cada vez es más rara e imperceptible, es ver a esos vecinos de barrio añejo sacar las sillas de enea cuando el sol ya está encamado y en un gotear de juntas y reuniones, compartir anécdotas y cotilleos entre “con dioses” y buenas noches.

En fin, para nosotros “la caló” es como el color de los ojos, te gusten o no te gusten, es lo que “ta tocao” y con ellos tendrás que vivir por muchas lentillas que te pongas.

Atentamente;

El Niño Gilena

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