01 octubre 2010

EN BLANCO Y NEGRO

Estimado pueblo:

Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.

Quisiera contarte hoy una anécdota que aconteció en mi presencia, entre dos amigos míos, novios ellos desde la época de Felipe González, y que versaba del siguiente contenido.

Resulta que la manceba en cuestión se quejaba de que en cambiando los canales televisivos de su aparato receptor y en viéndose en estos aunque fuera por una milésima de segundo una imagen en blanco y negro, su amado en concubinato, saltaba como tigre de Mompracen a paralizar el canal seleccionado, por la atracción que ejercía la falta de colorido en las imágenes retransmitidas. Esto producía gran irritación en la doña y algún que otro altercado hogareño. Pues bien, después de mucho pensar en este sainete repetitivo que se da día sí y día también en esta morada, he disertado la siguiente tesina para que sirva a esta querida amiga de explicación y pueda entender de dónde viene el freudiano problema.

Resulta que para los que ya hemos hecho algunas leguas mas allá de la cuarentena, el blanco y negro rememora en nuestros subconscientes imágenes momentos y lugares placenteros en demasía, ya que y gracias a aquellas cajas tontas fabricadas por el Tesla moronés, Don Pedro Cabeza, y reparadas en un ciento de veces en la tienda del Marconi de las válvulas, Señor Parroquia, nuestra imaginación corrió desde la carta de ajuste con su interminable segundero hasta los momentos de cine cómico protagonizados por los inseparables "el gordo y el flaco". Nuestra mente imaginó el colorido de la cárcava en otoño junto a ese gran amigo de cada uno que fue Félix de la Fuente, nuestra garganta gritó BIENNNNNNNNN, siempre que Fofo, Gabi y Miliki lanzaban esa pregunta que cada niño de 40 años conoce en demasía. Y qué decir de ese gato sandunguero y de Jerez que cada día perseguía sin dar caza a esos malditos roedores. Nuestro ingenio creaba los colores de esas aguas profanadas por Cousteau y sus marinos. Nuestro pensamiento ponía tinta a la bandera de Sandokan. ¿Quién no es capaz de poner color por mucho que no lo viera al coche de Stasky y Juch?. ¿Quién no conoce el pelaje de esa pantera bromista, risueña, que siempre aparecía gris en la tele y rosa en la retina de nuestro cerebro?. Pero el blanco y negro es más que eso para algunos de nosotros, el blanco y negro es el recordar a tardes con unos abuelos que ya no están, paseos a la imprenta de "el Charrito" a la compra del tele-programa, momentos de silencio incombustible mientras tu padre veía el parte, la ida a la cama temprano por culpa de un par de rombos y, sobre todo, la inocencia de una infancia con pocos lujos y mucha imaginación, con tardes de domingo cansados de un fin de semana campestre, reconfortados por un baño caliente, la fragancia de un pijama limpio y una sopa de estrellitas y, cómo no, a la espera semanal para ver si esta vez el Algarrobo, el estudiante, el gitano y Curro volvían a burlar los incordios de los franceses.

Con todo ello y más que me callo, espero que comprendas de dónde viene el problema en cuestión. Pero no temas, con casi total seguridad este problema desaparecerá probablemente el año que viene.

Atentamente;

El niño Gilena

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