07 noviembre 2012

De la historia que se repite.





Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo lo acompaña;
Viene a morir a España,
Y es en Génova enterrado.

Mientras veía un reportaje en televisión, me vinieron al pensamiento estos versos del Ilustre Don Francisco, qué aunque fueron escritos hayá por el siglo XVII, pareciome inventados para este nuestro tiempo.
El reportaje en cuestión trataba el tema del camino que toma el oro del que los españolitos nos desprendemos. Me refiero a ese poco oro que podían tener las familias, esa mísera cantidad que cualquiera tendría en casa. Ese oro comprado en los tiempos de bonanza, el reloj que era del abuelo o los pendientes de coralito de la abuela. La Cruz de Caravaca que fue de la madre o la medalla de Nuestro Padre Jesús de la Cañada. Todos esos auríferos recuerdos que ahora, con los malos tiempos que corren y que han de correr, han de ir junto con los recuerdos de lo que fueron derechitos al "compro oro" más cercano y así esperando unos pocos dineros nos desprendemos de todo eso para poder llegar a fin de mes, pagar un poco más de hipoteca y que no nos echen a la calle o simplemente poder aguantar hasta que sea posible.
Y como en los versos de Quevedo, todo este oro del que se desprende el personal se va de extranjis y sin pagar un céntimo de arancel o impuesto, dormidito y tranquilito en la bodega de algún avión para Milán y de aquí, en camiones blindados hacia la rica ciudad suiza de Lugano.
No, ya se no se va para Génova, pero casi. Ahora va a Suiza, al país donde están los mayores avaros y usureros. Allí donde funden todo aquello que vendimos y lo hacen lingotes, para o maravilla, venderlos otra vez a España, donde tres o cuatro que siguen haciendo fortuna con nuestro infortunio lo compran. Sí lo compran para invertir en bienes seguros, no vaya a ser que la cosa se ponga demasiado fea y los euros o los dolares no valgan ni un cagarro. Ojala se tengan que comer los lingotes para poder sobrevivir.
Y de esta forma y otras tantas, los españolitos nos vamos haciendo más pobres, los suizos que funden el oro más ricos y los cuatro pendones que compran los lingotes, más ruines y miserables.

Ven ahora paisanos míos, como la historia siempre se repite.




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