16 enero 2019

IN MEMORIAN


Estimado Pueblo:

Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, a Dios gracias.

¿Qué es un año? 365 días, 4 estaciones, mil y pico comidas, 200 siestas, momentos, charlas, paseos, algunas copas de vino, un rato en La Carrera…Un año es más que eso, un año es lo que ya no es. Y es que hace un año, tal día como hoy, perdí algo que ya no podré recuperar. No fue la mejor persona del mundo, como cualquier hijo de vecina venía con los defectos de fábrica que todos llevamos encima. Tampoco fue el más listo ni el más cariñoso, pero te puedo asegurar: no fue un mal tipo.

Amante de la buena mesa y hasta de la mala, como dirían los menos puntillos, se comió todo lo que le pusieron por delante, por el lado y por detrás. Aún recuerdo esa anécdota, donde en un restaurante en la Malagueta, el dueño le tocó las palmas al verlo embucharse una mariscada para cinco sin decir ni “aproveche”, a lo que el honorable mesonero le dijo con esa gracia propia de nuestra tierra: “Maestro, tiene usted cojones de comerse la Malagueta con picaore y to”.

La cervecita mu fresquita, el Rivera atemperao, la manzanilla de Sanlúcar como no podía ser de otra manera y si se le atascaba alguna comida entre cena o merienda voluptuosa, un traguito de CARDHU sin hielo ni refrescao, para desatascar las cañerías.

Apasionado de su “Beti manque pierda”, se vanagloriaba de haberlo visto en tercera y de haberse paseado por las calles de Londres para verlo contra el Chersi, ¿quién es el Chersi?, como decía “Don Manué”.

El cante le gustaba con compás, alegre y festero, nada de soleares ni seguirillas que empañen el alma con penas y desamorios. Prefería las bulerías de su amigo “Nano de Jerez” y la guitarra con el compás de Morón, alegre y acaballá, como mandan los cánones de nuestro pueblo.

Le gustaba vestir bien, aunque la percha dejó de acompañarlo en cuanto su compañera, el hambre, no lo dejaba caminar solo. Eso sí, no faltaba ni un domingo de Ramos con traje de sastre, corbata regalada y pañolito prestado de pasear el palmito o, mejor dicho la palmera, en pos de la primera de las cofradías, pues, aunque rojillo más tirando a la izquierda que a la derecha, la Semana Santa le gustaba más que un chuletón de kilo y cuarto.

Apasionado en la política como en el futbol, cabezón como él solo, repetitivo en el contar de historias, no se si por que se le olvidaban a él o porque no se le olvidaran a los demás.

Amante de los animales, a su estilo, claro. Supongo que allá donde esté campeará con su “Cuqui” o su “Gadafi” o a lo mejor con su callada “Taranta”, en pos de algún conejillo pa la cena de mañana. Pero claro, él me decía que el animal más bonito, más cariñoso y el que mejor le caía era la perdíz……sobre todo con arroz.

Me hubiera gustado enseñarle algunos sitios más porque no era mal viajero, le gustaba mezclarse con las gentes del lugar, donde contaba las mil virtudes de su tierra mientras disfrutaba de los frutos de la vid de las otras.

En fin, hoy hace un año que me estoy perdiendo todo esto, hoy hace un año que sus últimos recuerdos yacen en lo más alto de la sierra de San Juan, donde una bonita vista lo acompañará por el resto de la eternidad.

No fue el mejor de los hombres, ni el más listo ni el más cariñoso, simplemente fue mi padre.

Atentamente,

El niño gilena

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