22 febrero 2010

La cuaresma

Estimado Pueblo:


Espero que al recibir la presente te encuentres bien, yo bien, gracias a Dios.


Por fin llegó la cuaresma, sí señor. Y no te digo esto porque yo venga a ser de rancio capillita, no, que ya sabes que, aunque tuve tío cura y abuelas beatonas, mi padre realizó toda suerte de argucias para que se me pegara más el amor por Lenning, Bakunig y toda su prole, que por corresponder con la Santa Madre Iglesia.
Lo que a mí me gusta de la cuaresma son los 47 días con que las cocinas y tahonas de tus calles nos deleitan con ancestrales guisotes, eso sí, todos faltos de carnes por corresponder con la tradición. Por eso, ¡qué me dices de esas cazuelas de bacalao con papas o arroz, del cazoncito en amarillo y de las espinacas garbanzadas!. Eso sí que son misas para el cuerpo y triduos para el espíritu.
Para mí, el comienzo de la cuaresma en vez de empezarla por misa de miércoles cenicero, la guardo con viernes de torrija merendera, que aquesta como gran protagonista junto a su hermano feo el pestiño, hacen que este tiempo de boato y recojimiento pase a ser una continuación carnabalera para los estómagos de tus parroquianos.


Atentamente;


El niño Gilena

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