27 octubre 2011

PERSONAJES DE MORON (EL MOMO)

Estimado Pueblo:

Espero que al recibir la presente te encuentres bien. Yo bien, gracias a Dios.

Te traigo hoy otro personaje para dejarlo impreso en la piedra de la memoria ya que, por sus cualidades o por la falta de las mismas, quedará marcado en el cuadro de esos paisanos que, sin ser ilustres o sin merecerlo, pasan por la historia de tus calles.

Nacido allá por los años cincuenta y tantos del siglo que nos dejó en una familia humilde de gran tradición de la llamada ecuestre menor (mulas, asnos y pollinas), la cual tenía sus dominios en El Langostillo, personaje aparte de popular, fundamental en esta noble villa. Me explico:

Los que como yo ya no se lavan la barriga por haber pasado la cuarentena, lo recordarán de su inicial trabajo de acomodador y buscador de fumadores del Cine Oriente. Allí, apetacado detrás de su pequeña linterna y a la voz de “amos a callarmos” intentaba, casi siempre sin conseguirlo, averiguar cuál de los "hijoputas" niños había tocado el piano. Pasó el tiempo y he ahí que se empezó a convertir en un personaje fundamental de esta noble villa y, si no, qué sería de los eventos que se realizan en el pueblo sin que éste que suscribo no paseara con su cubo de cola, su pincel de mango largo y su rollo de carteles o, peor aun, cómo sabríamos la cara del alcalde al que tenemos que votar sin la participación de esta criatura en la publicación de fotos de los alcaldables en muros, fachadas y carteles, cómo sabríamos quién viene este año a El Gazpacho o a El Potage o con quién juega el Morón o el Santa María.

En fin, fundamental para el pueblo la existencia de esta persona. Pero si por algo dejará huella en esta tierras será por tener las llaves de apertura y cierre de todos los eventos y saraos donde se requieran fuegos de artificio y coheteros, de hecho, el que lo conozca podrá discernir rápidamente que viene genéticamente preparado para ello, con su sempiterno cigarrillo rubio, negro o colorao, pegado en el labio de arriba, o sea, que la yesca la trae de fábrica. Lo que sí me enoja de todos mis paisanos con respecto a este personaje es la cantidad de veces que recuerdan a sus antepasados de forma escatológica, cuando el aquí mentado, haciendo uso de su profesión hace tronar alguno de los cohetes, pongamos a las siete de la mañana, en el silencio que viene después del tremendo trueno parece escucharse en las calles casi desiertas:
“Me cago en los muertos del momo”

Atentamente;

El niño Gilena

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